miércoles, 9 de octubre de 2013
sábado, 8 de junio de 2013
Césped
Recuerdo que en el parque que
quedaba a la vuelta de mi casa, había una pendiente cubierta de pasto, nos
gustaba mucho ponernos en la parte más alta y de ahí rodar cuesta abajo cuando
mis hermanos y primos éramos niños. Había una más grande que otra, recuerdo que
la más grande era también más empinada y era todo un logro poder hacerla de
bajada en bicicleta. Logré hacer esta bajada en bicicleta a los 10 años y 8 ó 10 moretones después.
Mientras, la pendiente más chica
y horizontal (por decirlo de alguna manera) era nuestra favorita. Habían
árboles en el medio, cada cierto tramo, lo cual brindaba sombra y era relajante
para mí quedarme tendida en el pasto y contemplar las copas de dichos árboles.
En esos momentos de contemplación perdía noción del tiempo, fijaba la vista
disfrutando de esos momentos de nada y de todo hasta que de pronto veía que los
bordes de las hojas comenzaban a hacerse borrosos, como plomizos contra el
celeste del cielo que yacía como lienzo en el fondo. Pensaba que era un juego poner
así la vista así que me gustaba hacerlo particularmente en ese espacio y
momento.
Recuerdo también que una de las
pesadillas más aterradoras que tuve en la infancia, tuvieron como escenario esa
pequeña loma, en la que de pronto todo el vecindario estaba como en llamas,
habían muchos objetos volando en el cielo, era como de tarde, podía ver los
árboles y yo corría hacia ese mismo lugar a cobijarme. Recién ahora me pongo a
pensar por qué no corría con mis papás o hermanos a cobijarme ahí. Solía tener estos
sueños de fuego con cierta frecuencia, y también la mayoría de los sueños que
más me marcaron tenían siempre de protagonistas a mi familia; pero este en
particular era sólo mio. Lo recuerdo con cierta frecuencia, sobre todo cada vez
que promocionan o sacan una película relacionada al apocalipsis zombie o al
(ahora caducado) 21/12/2012.
Finalmente pasaron los años y el
último recuerdo memorable que tengo de esa bajadita es la de aquella tarde en
que estaba con mi primer enamorado, JV, esperando a q lleguen los demás amiguitos
del barrio para ir a pasear o hacer lo mejor que hacíamos en ese verano: nada. La
primera en llegar fue mi amiga, que era una chica pelirroja y pecosa, para
tener escasos 15 años ya tenía cuerpo de señorita y ciertas costumbres de mujer.
Empezó a felicitarnos por nuestro reciente noviazgo y luego de unas cuantas
bromas sobre lo gracioso q era que los dos nos parezcamos tanto físicamente,
empezó a incitarnos para que nos besemos (mi enamorado y yo, ojo. No se pongan
tan exóticos). Nos miramos y luego de hacernos los que no queríamos, nos dimos
un pequeño beso de púber: labios fruncidos, ojos entreabiertos, cara de idiota.
Los ojos entreabiertos porque a esa edad uno es tan inocente (torpe) y además
siente tantas cosas que, pues, no coordina bien y a veces se manda a besar el ojo
o sino la oreja.
Finalmente después de un buen
rato no llegaba nadie y mi amiga se fue a buscar a su enamorado (que vale
decir, era el hermano del mío) y nos dejó solos. Ahí seguimos con las
conversaciones sobre Caballeros del zodiaco, los records Guinness o el último
capítulo de Beavis and Buthead. En una de esas que nos estábamos riendo, de
pronto reposé mi cabeza en su hombro y alcé la mirada desde ahí para buscar la
suya. Como mujer he aprendido que mirar a un hombre cerca, desde una altura
inferior (de abajo para arriba) y peor: tocándolo, es sinónimo de decir: Bésame
ya, idiota. Quizás porque así los labios pasan a ser la
parte de nuestro cuerpo más cercana a ellos o quizás porque desde ese ángulo
nuestra mirada es más dulce o tierna. Y
bueno, finalmente bombos y centellas, platillos y redoble doble de tambor: tuve
mi primer beso (formal) y el suyo también (es lo que quiero pensar).
Conocí a JV. en el barrio, en
el verano del 98. Mi hermano era y es muy amiguero, no sé pero no le cuesta
encontrar amigos. El asunto es que yo era la “hermanita de…” y cada nada venían
a tocar la puerta a la casa para ir a jugar o futbol o venir a enviciarse con
el Play Station que recientemente mis papás le habían regalado por navidad. Una
vez estaba yo en la casa y como de costumbre salí a abrir la puerta. Esta vez
vino uno de los amigos habituales acompañado con otro chico más jovencito, con
aire más inocente y las mejillas con hoyuelos. Era zambito, cabello oscuro,
piel clara y vestía esos shorts de color caqui que estaban de moda en ese
entonces. Esa fue la primera vez que yo lo ví. La primera vez que hablamos fue
en un partidito de futbol en el parque, yo estaba sentaba viéndolos jugar
cuando de pronto “faulearon” a este chico y se vino a sentar a mi lado. De ahí
el resto es historia. Empezamos a salir, primero en grupo, siempre en grupo. Hasta que una tarde estábamos paseando por el barrio, luego de estar jugando durante toda esa semana con el típico "Dime quien te gusta", "Me gusta una chica que se parece a ti, habla como tú, piensa como tú, pero no eres tú", etc etc Sí, ya me entendiste. Nos detuvimos en ese parque y nos sentamos bajo un arbol, finalmente luego de un buen rato de párvulos jugueteos, me confesó su enamoramiento y me dijo para ser su enamorada. Recuerdo que me demoré unos instantes en asimilar que había llegado el momento en que un hombre (sí un hombre!) me hablaba de amor en persona y en tiempo real (vale decir que las declaraciones de amor via mirc32, en el canal argentino o afines no cuentan). Acepté y aún recuerdo la forma en que sonrió e inclinó la cabeza, parece que él tampoco asimilaba que ahora tenía "flaquita". Nos pusimos de pie y al no saber que hacer, simplemente nos abrazamos y para hacerle sentir que era un abrazo especial, no de amigos ni de familiares sino de enamorados; sobé su espalda y le di unas palmaditas. En eso apareció mi hermano mayor: "Nena, ven a almorzaaaaaar". La siguiente imagen podría recrear la sensación de esa aparición.
Días después JV me confesaría que la primera vez que me vió
fueron unas semanas atrás. Sacando mi conclusión, según la hora, fecha y ropa
que llevaba, aquél día fue la vez en que yo había tomado por equivocación una
combi que me llevó a pasear por todos lados (Véase post Mi camino con los hombres en la vida real inicia con un pasaje incompleto http://noleasmissecretos.blogspot.com/2011/04/mi-camino-con-los-hombres-en-la-vida.html).
También me confesaría que él le pidió a ese chico para ir a mi casa a
comprobar si yo era la chica que había visto en el parque y también confesaría
que se hizo “faulear” para poder hablar conmigo. Era un romántico y yo era la
víctima perfecta para sus romanticismos. Las tardes en ese parque nunca más serían las mismas, ahora podía rodar por el cesped con alguien más.
Esa fue una linda relación
aprendí mucho de ella, ahora y para fines de este post se puede resumir en una
sola lección: A los 13 años no estás preparado para una relación de adulto ni
para obtener el grado de compromiso que Noah tuvo con su sweetheart. No. Porque
por más que tú quieras, se quieran o él quiera, existe una cosa llamada
“Colegio”, que viene también con otras llamadas “Papás”, un pequeño detalle
llamado “Inmadurez” y el ingrediente final que le da sazón a todo esto “No
tienes dinero propio”. Las relaciones a esa edad son solo para hacer lo mismo
que haces en los veranos: aprender y disfrutar.
Fueron 6 semanas de mucha ternura,
risas y aprender a besar. Mi primer amor (formal y sobre todo no-platónico) fue
dulce pero el aprendizaje más grande y los sentimientos carnales y espirituales
más intensos que viví con esa misma persona fueron después que nuestra relación terminara, luego de que yo dejara de jugar a rodar en el pasto, luego
de que él dejó de jugar con su skate. Ya no leíamos sobre los records Guinness,
ya no nos parecíamos tanto.
Es curioso; ahora que lo pienso,
los 3 hombres con los que tuve este tipo de relación intensísima (aparte de mi
ex esposo y mi actual pareja) no los tomé en cuenta ni mencioné en aquel relato
que escribí aquella noche en que dejé mi casa (Véase el post Semilla (este post volverá a estar disponible a su debido tiempo). Ha de
ser porque en aquel relato enumeré a las relaciones pintorescas, pero igual me
sorprende no haberlos recordado en ese momento. Quizás pasaron, ya, a ser parte
de mi sombra.
lunes, 27 de mayo de 2013
Tronco
Archivo 26/04/12
Hoy , que amanezco luego de una
noche, noche en que tenías una presentación en Help, que escribiste mi nombre
en un mural con tinta roja y corazones alrededor del mismo pero sobre todo
fuiste mi compañero. Como aquella vez hace algunos meses atrás.
Me enteraba que a mi mamá le
encontraron un tumor junto a la columna vertebral a los pocos días de que nos
enteráramos todos que mi papá tenía cáncer de próstata. Quisiera sentir o
evocar si quiera aquel comercial en que sale un señor del consultorio todo fresh
y le dice a su esposa: ”No es nada, tengo cáncer” y luego la esposa suspira de
alivio. No sé que tenía en la cabeza el que hizo ese comercial, estaba llena de
utopía seguro.
Asimismo había acompañado a mi
prima a buscar departamento y lo encontramos en un 2x3. Lo difícil fue
animarnos a tocar la puerta porque por afuera no era muy bonito. Felizmente yo
estaba un poco apurada así la animé para que entremos, pues que no iba a salir
de mi casa por gusto, no? Me contó en el camino como era que decidieron venirse
a vivir a Lima de un momento a otro, básicamente era porque su esposo habría
logrado ir en busca de su sueño. Dejó la carrera de medicina para ser cantante
de ópera, loco no? En el fondo me dio un poco de envidia, no por la ópera sino
por ir tras los sueños.
Luego tomé el camino de regreso a
casa, caminaba por las calles y de pronto sentía que donde vivía no era mi
casa. Me sentí algo así como adoptada o una criada, viviendo con una mujer
mayor que limpia frenéticamente todo utensilio que usa, toca o mira. Recordaba
cuando hacía unos años atrás estaría a esas horas retornando a casa de la
Universidad, llegaría, mis perritos me saldrían al encuentro, encontraría a mis
papás y hermanos reunidos en la mesa para cenar. Subiría y tendría mi cuarto
con ohhhh televisión y esa colcha rosada de florecitas que me hacía sentir la
princesa de la casa. Luego todo eso se desvanecía como ese cuento de la
vendedora de fósforos que veía y sentía recuerdos bonitos al prender un fosforo
pero desaparecían al consumirse éste.
Cuando alguien hablaba de “Buena
Suerte” yo me daba siempre por super aludida, “A mi siempre me va bien” suelo repetir. De
pronto me había preguntado por que ahora me iba mal? Por unos instantes sentí
que nada tenía sentido. Que estaba en el camino equivocado. Y si esto no es
para mi? Y si mi lugar ya lo tuve y no lo vi? Sentí un vacío enorme, me sentí
en el aire, me sentí perdida.
Yo sé que todos tienen momentos
alegres, momentos tristes, momentos difíciles. Pero yo no distribuiré mi pesar
en todos ni todos aliviarán mi sentir. Cada quien tiene un camino que recorrer,
decisiones que tomar, retos por vencer, a veces tan solo vencerse a sí mismo. Es
como una carrera con obstáculos, que haces? Te detienes? Te chocas? Te caes?
Saltas? Los tumbas? Que haces? Que haces?!
Mientras hablaba contigo al borde de la piscina del edificio, veía
el agua recordé algo: Y es que en el pasado no ha habido momento alguno que haya sido realmente para mal. Así sea alegre o triste, al final siempre fue para bien. Solo era
cuestión de tiempo para que pueda darme cuenta, la cosa era mantenerse de pie,
atenta para ver como los obstáculos desaparecen o para saltarlos cuando lleguen
a mi. Realmente me va mal o es solo una etapa? Solo cuestión de tiempo? Luego recordé
que puede que alrededor todo gire y se retuerza, se deshaga y se rompa, se
queme o desaparezca sin que pueda
evitarlo pero que hay algo que sí puedo controlar, y eso es mi voluntad.
Al dia sgte amanecí con deseos de
afianzarme en el suelo y a la vez elevarme hacia el cielo y el sol, nutrirme,
crecer y expandirme; como un gran árbol lleno de vida. Sentí un deseo de
fotografiar mi tronco. No sé por qué tuve este instinto.
“Alégrate, te está puliendo”
Es uno de los enunciados que tenía en mi cuarto, una de las frases que en silencio
se me presentaba cuando tenía dificultades cuando era mas chiquita. Quizás
ahora me toque enfrentar tormentas, huracanes o derrumbes pero no me voy a
dejar vencer. Ni por amenazas externas ni temores internos. Estas tempestades
nos hacen recordar que estamos vivos, nos unen más, nos enseñan cosas, nos hacen
crecer. Aun si me quedo sin hojas podré siempre volver a empezar, siempre habrá
un mañana. Y si no lo hubiera entonces ya no tendré por qué preocuparme.
Finalmente comprendí que yo tb
dejé mi ciudad en busca de mi sueño, estoy realizando la especialidad que
siempre quise, estoy viviendo el amor que siempre desee vivir, tengo edad,
intelecto y capacidad suficientes para cuidar a mis papás cuando más nos
necesitan, mi roomate tiene como inquilina a la única persona capaz de
comprenderla y soportarla, hay pacientes que no hubiera conocido o ayudado de
no haber estado aquí, nunca hubiera probado el yoga, no hubiera estado aquí
para darle impulso a mi prima recién casada a encontrar departamento, no
hubiera sentido y compartido tantas veces la mano de Dios guiándome,
cuidándome, dándome cariño durante la neblina o la tormenta.
No quiero olvidar esto, por eso
lo escribo. Y lo comparto contigo porque quiero q tu también lo recuerdes y me
lo recuerdes si es que lo olvido. El miedo paraliza y básicamente es porque no
nos deja pensar claramente y recordar estas cosas. Asimismo lo comparto porque
esta también soy yo.
Ya hoy, 25/4, recordé q no había
acabado este mail porque no sabía como hacerlo. Finalmente hoy se me dio por
averiguar de los chakras. Descubrí que el tercer chakra corresponde al plexo
solar y se encuentra ubicado justo ahí, entre el ombligo y el inicio del
esternón. Este es el chakra de la voluntad, la fuerza interior, que irradia
sensación de control hacia el resto del cuerpo. Ahora entiendo el por qué de
esta foto q no la tomé yo sino mi subconciente quizás para hacerme recordar que
la fuerza y las respuestas están dentro de mi, en mi core, en mi nucleo. Aquella parte de mi que las cosas externas no atacan sino que la alimentan. Que aun si me ponen de cabeza y
todos mis segmentos se muevan, así como el esquema ese de da Vinci, mi tronco
permanece constante.
Yo voy a ser constante, ya no porque tenga que serlo sino
porque he decidido serlo. Pero sobre todo, porque confío que Dios me dará la
fuerza que necesito, como siempre lo ha hecho. No lo voy a olvidar.
viernes, 17 de mayo de 2013
Hielo
Archivo 28/02/13
™˜
El Jilguero hizo su último intento por atrapar a la libélula tan codiciada. Esta finalmente alzó más vuelo y escapó enterita. La golondrina salió de sus recuerdos y las miradas volvieron hacia la golondrina otra vez, esta vez se encontraba en el árbol más alto y desde la rama más próxima al estanque se detuvo a divisar el agua clara y estática. Su rostro expresaba indiferencia pero a la vez estaba enteramente entregado a esa acción de contemplar los destellos tenues del sol invernal sobre el casi imperceptible ondeo del agua dulce bajo el hielo.
Había terminado la temporada de
patos. Tiempo ideal para salir, después de todo, todo el tiempo de calma que
vendría ahora sería ideal para que se congregue gran cantidad de insectos en
las cercanías del estanque. Tintineantes bichitos de luz, crocantes libélulas y
uno que otro escarabajo buceador. Es decir, todo un festín para los no-patos.
Y es que una vez terminada la
temporada de patos, los demás tipos de aves se asoman para banquetearse con los
insectos que se congregan a disfrutar de las aguas mansas, libres de patos. Los
patos, si tuvieron suerte, cogieron la bandada más próxima y migraron a tierras
más cálidas y libres de cazadores. Si no tuvieron suerte, pasarán a encontrar
su media naranja en el pato a l`orange
de la cena o si el cazador era alguien más “distinguido”, irán a su “Muro de la
Fama” personal.
Ahí estaba, el estanque empezó a
llenarse del zumbido de las diminutas alitas de los invertebrados que salían a
la luz. Algunos acababan de salir de su estado de larvas, otros estaban saliendo
de sus escondites. Los caracoles
permanecían en sus conchas, por temor que empiecen a llegar las aves y zas! se
coman su frágil y gelatinoso cuerpo. Sin embargo esta vez los depredadores
demoraron en llegar. El invierno había recrudecido y este año era más gélido y
penetrante que el año anterior y ante-anterior.
De pronto empezaron los cantos,
aparecieron unos jilgueros revoloteando empezando a agitar a los insectos.
Siguieron unos arrendajos, verdecillos y estorninos. Cada vez era mayor el
alboroto en el estanque y también cada vez era menor el número de escarabajos.
De pronto apareció un ave de plumaje poco familiar. Aún estaba la avefría más
antigua engullendo su último renacuajo cuando advirtió al ave ermitaña que se
unía al festín. Se detuvo la algarabía y reinó un silencio. Los caracoles
asomaron la cabeza. Era una golondrina.
– Qué haces tú aquí? Preguntó el jilguero aún con
las mejillas abultadas – Estamos en invierno, las cobardes golondrinas brillan
por su ausencia cuando vienen los tiempos difíciles. Sólo ahuecan el ala cuando
se trata de buscar zonas calurosas donde la comida poco y más se las dan al
pico! Y pasó el mosquito que tenía en el
buche.
- – Es cierto lo que dices. Nosotros no somos lo que
se dice “El emblema del invierno” pero vale que cada uno decide lo que quiere
ser o hacer - replicó la golondrina. Yo
he venido aquí por un cometido especial.
En ese momento una libélula color
violeta, tornasolada como ella sola, alzó vuelo. Todos los pájaros embebidos
por su belleza y su abultado cuerpecito, se lanzaron a la caza dejando a la
golondrina sumida en sus pensamientos.
Volaron los pensamientos de la golondrina a aquellas épocas que conoció esas historias de históricos representantes de su especie que habían
visitado edificios intrincados, donde hombres con bata blanca los llevaban en pequeñas jaulas extrañas que no tenían adornos y casi ni tenían espacio para volar. Su
abuelo golondrino había sido uno de esos prisioneros, que felizmente logró escapar en un
descuido. Éste le contó, a su vez, de aquellas golondrinas aventureras que en pos de cazar
escarabajos buceadores habrían perdido la vida por golpear su pequeña cabecita
contra alguna roca subacuática. Fue así como nuestra golondrina aprendió que era mejor no arriesgarse y luego la lección se volvió regla al saber que uno de esos
buceadores fallidos había sido su padre.
Siempre jugaba seguro. Migraba
como de costumbre con la demás bandada de golondrinas en busca de zonas cálidas
donde los mosquitos proliferaran en abundancia y que para cazarlos sólo habría
que, prácticamente, abrir el pico. Siempre en grupo, no volaba muy alto, no iba
tras insectos demasiado vistosos o veloces, no cambiaba la ruta; es más, a
veces ni si quiera sabía a donde iba. Era incluso mucho más precavido que otros
pájaros de su edad.
Siguió sumido en sus recuerdos y revivió aquella tarde
en que su compañero de vuelo de toda la vida (o desde que tenía memoria) alzó
vuelo por querer atrapar unos renacuajos que nadaban en un tranquilo estanque
primaveral, pero lamentablemente al alzar vuelo quedó atrapado en la copa de un
árbol y, al mover más aun las alas, fue herido mortalmente por una rama
puntiaguda, para caer mortalmente herido. Mientras yacía herido en el suelo, nuestra golondrina se
acercó para auxiliarlo, atónito.
– Vaya que eran unos renacuajos muy atractivos- Dijo
la golondrina aventurera
– Cállate, no dejas de bromear nunca- Dijo casi sin voz
– Escucha y escúchame bien que empiezo a sentir
frío. Tú guardas y temes. Caminas y
cuidas. Por qué tienes alas si vuelas al
ras? Qué guardas para ti? Acaso la alegría de
poder huir de 100 inviernos más? Preservar el mañana? Qué habrá para ti en el mañana
si hoy no hiciste nada? Vi…ve…
poder huir de 100 inviernos más? Preservar el mañana? Qué habrá para ti en el mañana
si hoy no hiciste nada? Vi…ve…
Y quedó ahí tendido inerte.
Nuestra golondrina quedó atónito (vale decir que era macho). Esa noche no cenó,
ese sería el primer cambio en su rutina. Subió a lo más alto en la copa del
árbol asesino, y divisó el horizonte oscuro del bosque.
– Ahí iré – se dijo – y comprobaré la teoría de mi
abuelo. Desafiaré a la muerte y demostraré
que yo sí amo la vida, es mi tesoro, lo que más cuido, yo... yo estoy vivo! No sé por qué mi amigo me pidió que viva.
La luna brillaba azul y plateada
sobre el bosque silencioso.
El Jilguero hizo su último intento por atrapar a la libélula tan codiciada. Esta finalmente alzó más vuelo y escapó enterita. La golondrina salió de sus recuerdos y las miradas volvieron hacia la golondrina otra vez, esta vez se encontraba en el árbol más alto y desde la rama más próxima al estanque se detuvo a divisar el agua clara y estática. Su rostro expresaba indiferencia pero a la vez estaba enteramente entregado a esa acción de contemplar los destellos tenues del sol invernal sobre el casi imperceptible ondeo del agua dulce bajo el hielo.
Muchas cosas pasaban por su
cabecita pero todas se podían resumir en una sola cosa: El latir de su corazón.
Había escuchado a su abuelo de aquella creencia entre los humanos de que las
golondrinas eran capaces de cazar animales que nadaban bajo el agua y que esto
había cobrado la vida de muchas de estas aves en su intento por irrumpir en el
agua. Sin embargo sabido era también el caso de un pescador que una vez
encontró entre sus redes el cuerpo de una golondrina. Sin saber bien por qué,
el hombre decidió llevar el cuerpo del ave y ponerlo cerca a la estufa. Una vez
seca y tibia, el ave movió el plumaje y se reincorporó, como si hubiera estado
en un estado de hibernación. La historia
corrió por el poblado y luego se reportaron también casos de golondrinas que
pasaban el invierno “dormidas” bajo una apariencia congelada en hoyos de
ciertos árboles, para luego despertar y salir en primavera. Este fue el motivo
por el que se empezaron a hacer estudios en dichas aves, entre las que alguna
vez estuvo el abuelo de nuestro personaje. Creían que podrían encontrar la
respuesta a la vida después de la muerte, quizás el secreto de la eterna juventud…
Sin más ni más, la golondrina se
avalanzó contra el agua golpeándola fuertemente hasta quedar algunos
centímetros debajo de la superficie. Atrapó y devoró un escorpión acuático en
un abrir y cerrar de pico; permaneció algunos segundos bajo el agua y se
dispuso a esperar la hibernación. El frío empezó a penetrar su plumaje
empapado, mantenía los ojos cerrados tratando de concentrarse en este momento.
Primero sus patitas empezaron a
entumecerse, un escalofrío recorrió todo su cuerpecito, a su mente venían
varias imágenes de veranos pasados y múltiples tardes en el parque, casi
siempre alejado de las cosas que veía a su alrededor por estar cuidándose de
algo que ni si quiera sabía bien que era. Ni si quiera estaba seguro si ese
“algo” sería malo para él. Y… si más bien era algo que necesitaba?
-
Tonterías - pensó.
El frío empezó a penetrar en su
cabecita, produciéndole un agudo dolor. La hermosa libélula que momentos antes
escapó de las aves desesperadas se posó en el agua a escasos centímetros de la
golondrina. Estaban todos tan atentos a la golondrina que nadie interrumpió el
momento. Siguieron observando.
- Me puedes explicar que sucede aquí? Ya atrapaste
tu presa, por qué no sales? - dijo la libélula
- Nunca entenderías.
- Haz el intento
- Siempre actué bajo la razón. Mi padre tuvo un
destino fatal en el agua, por aventurero, ese destino vale la pena evitar –
dijo con voz temblorosa la golondrina
- Que cosa, la muerte? - preguntó la libélula
La golondrina permaneció en
silencio
- Acaso no te has dado cuenta? Las flores se
marchitan, los mosquitos viven 30 días, los dinosaurios se extinguieron. Sin
embargo lo importante no es ello, lo que importa es el color de esa flor, su aroma, cuantas abejas
alimentó. Los mosquitos vuelan, alborotan y pisan heces todo el tiempo, los
humanos les huyen y desprecian pero igual nunca verás un mosquito deprimido. Los
dinosaurios se volvieron mito, tuvieron la suerte de conocer al eslabón perdido
e inspiran películas hasta ahora - hizo una breve pausa. Tu padre ha de
haber hecho muchas más cosas en este mundo que simplemente morir – dijo
finalmente la libélula.
- Pero todo eso cambiará ahora. Me congelaré y
luego vendrá un leñador y me
calentará.Volveré a la vida, renovaré mi corazón y mi mente – explicó la golondrina
calentará.Volveré a la vida, renovaré mi corazón y mi mente – explicó la golondrina
- En verdad, necesitas al leñador? - La libélula
lo miró e hizo un ademán de sonrisa.
La golondrina se quedó en
silencio. El frío empezaba a aturdir sus pensamientos. Sin embargo también
aparecía una luz que empezaba a aclarar todo. Y es que de pronto entendió que
el cambio de corazón y mente surgió en el momento en que decidió volar solo
hasta allí, en el que se hizo escuchar por la multitud de aves, en el que
venció el prejuicio de tocar el agua, al poder oir a un insecto. Ya estaba
renovado, resucitado.
- Tengo que salir de aquí! - dijo finalmente la
golondrina
La libélula movilizó a los
pájaros del estanque, quienes juntaron varias ramitas y lograron finalmente
sacar al ave que estaba ya por caer dormida. La cubrieron con hojas y se
posaron a su alrededor. De pronto una cigüeña extendió sus largas alas y cubrió
al ave helada. Los demás pájaros hicieron lo propio y así permanecieron hasta
el atardecer.
La golondrina despertó.
Vi…vió
lunes, 13 de mayo de 2013
Visión
Archivo 08/02/13
Hace unos días empecé a escribir este texto, aprovecho q ahora me quedé en blanco para completarlo y enviártelo.
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Ayer hablaba con mi hermano sobre qué sería de nosotros (el y yo) cuando acabemos la especialidad. Ambos tenemos mucha incertidumbre, quizás la incertidumbre es propia del ser humano y quizás en parte se debe al deseo del hombre por querer saber y conquistar todo. Quizás por eso se inventaron los cohetes y tb las apuestas de caballos.
A veces me encuentro aquí leyendo y me veo hablando de impuestos y libros contables, etc etc. Con el tiempo las cosas sofisticadas se van haciendo mas familiares y poco a poco siento que voy creciendo. No me refiero a que soy "mejor" ni tampoco que me hice "más madura", sino que voy explorando áreas del cerebro que antes no había explorado. Es mas una expansión horizontal que un desarrollo vertical, como un río, como el agua.
A su vez a veces veo hacia atrás (yo hace un año) y casi me veo entonces como alguien que jugara con gallinas sin usar zapatos. Con la cara sucia, el cabello revuelto y sin protegerme del sol. A veces ignorar ciertas cosas te hace más liviano, no analizas, no piensas, solo estás. Estando así pude abrir la mente, aceptar lo que es una relación abierta, lo que es buscarse a sí mismo, aprender a respetar la autonomía de las cosas. No me importaba mucho muchas cosas y tan solo buscaba placer en cada una de las cosas que se me venían en el día. Quizás Dios fue muy bondadoso conmigo, quizás me supo cuidar en esas exploraciones y a la vez proveerme de dinero para hacer esas cosas y tb cubrirme en mi trabajo porque por más que trato de sacar la cuenta, no sé como michi hacía para viajar y poder tener como 6 lunas de miel junto a ti o irme sola a ver paisajes en días feriados y no feriados.
Mi reputación no me importaba, no importaba si mi familia me viera bien o mal, tampoco quedar bien o mal con mis amigos. Mi mayor compromiso y tema principal de la agenda era meditar, mis libros, mis fotos, mis cuentos y tus besos al despertar y al acostarme. El choque se me vino desde la enfermedad de mis papás, de ahí vinieron luego las cosas del trabajo y tb recien sentí la pegada del dinero. Era libre y tb algo inconsciente, pero luego chocar con la realidad es lo que hizo que recién sienta el contraste. Se me ha quedado un poco este impacto, la sensación de que si ando muy suelta de huesos, me vendrá la debacle y me agarrará en frío. Yo solía siempre guardar la compostura por temor a liberar un huracán. Siempre he querido soltarme el cabello y andar descalza sin rumbo, experimentar el placer óptimo, bailar sobre una mesa, tb amanecerme pintando algo o andar desnuda todo un dia (bueno, siempre con medias). Recién he podido hacer esas cosas ahora que me solté y me dejé llevar. Pensé que el haber estado muy desconectada no me hizo ver a tiempo los defectos y la situación en casa y el trabajo hasta que me estallara todo en la cara. Es como la culpa de la masturbación de adolescente, siento que si disfruto mucho de algo después me va a venir algo malo. No sé por qué siento tanta represión, me duele sentir esto. Sé que no hay lógica y que al final cuando algo malo tiene q pasar, pasa, pase lo que pase.
Ahora pienso que si paro mas alerta y mas centrada, podré evitar estas decepciones o errores, quizás por eso ahora paro más tensa y trato de no volar mucho. Recientemente opté por ya no publicar más mensajes filosóficos en mi facebook ni tampoco continuar con lo artístico en mi rutina. Me habían aceptado en la escuela de clowns pero al final no me inscribí. Ya casi no quiero tomar fotos ni tampoco he vuelto a sentarme a escribir algún cuento. He vuelto, de alguna forma a sentir la misma tristeza y rechazo q antes solía recibir, pero ahora lo recibo de mi misma. No te llegué a comentar de esto, ha sido por estos días justo que has estado full con la producción de cacao y las reuniones con tu directorio. Son cosas mías y por eso me las guardé, sin embargo siento que ocultarte esto es tb una forma de deshonestidad. Poco a poco me he estado apagando yo misma en todo este tiempo.
Hace semanas que estoy así, no me sentía bien conmigo pero tampoco sabía bien qué cosa era. Sin embargo creo q lo peor q puedo hacer es querer ignorar una parte de mi, negarme a mi misma, dejar de existir. Sólo recién estoy percibiendo esto, ahora que te escribo. Por eso es medicinal para mi escribirte en mis mesetas. Dios sabe cuánto extraño y valoro esos momentos de inspiración, son sagrados. Creo que el arte está en equilibrar el disfrute con la responsabilidad. Ya he experimentado ambos extremos, creo que ahora ya sabré encontrar el balance ideal. Así como tu frutero: con la medida y altura exacta.
Volveré a retomar mi aspecto etéreo, artístico; pero con la responsabilidad y visión que tengo ahora. Le pondré un timón a mi velero, aprenderé a mantenerme firme aun cuando golpee riscos, a fluir cuando mis vientos sean propicios.
Me da roche hablarte de mis temores de niña, me siento como una niña de 5 años. Creo que es importante que te hable de ello para que tb me comprendas, quizás estar con estos pensamientos amorfos me alteran y me ponen en un estado algo irritable e irritante y podría hacer que choquemos. Lo último que quiero es tener malentendidos contigo, y sobre todo lo que siempre prevalece es mi deseo de poder ser nosotros mismos cuando estamos juntos. Siempre te agradeceré enormemente el remanso de comprensión que eres, tu fe en mi ha sido siempre clave para poder sobrellevar mis temores y adversidades. Cuando pienso en los tiempos difíciles, allí estabas siempre tu con tu sonrisa. En verdad al darme un espacio y no ser un solucionador, realmente me amaste. Yo quiero apoyarte tb, a veces creo que la mejor forma es hablándote teóricamente o brindándote soluciones técnicas, específicas. Ya estoy entendiendo que lo mejor que podría hacer, siempre y con ninguna probabilidad de error, es escucharte, darte besos, prepararte un juguito y aprender contigo. Yo agradezco que consideres mi opinión de profesional y vejestorio. Valoro y agradezco mucho mas aun las veces que soy una almohada premium o el mejor lugar para reposar tu cabeza y tu corazón. Quiero una relación feliz. Cada vez voy entiendo que tu "Solo dame un besito" es sabio, muy sabio.
********
Agradezco la oportunidad de sentarme hoy despues de tiempo a completar mi escrito, me ha hecho bien tb porque he podido ordenar mis pensamientos q hace un tiempo estaban rondando por mi mente. Comete tu chifita, estoy abrazándote todo el tiempo.
miércoles, 8 de mayo de 2013
Botones
Archivo 26/07/12
Se encontraban un grupo de niños
en el paseo de primavera organizado por su colegio Era un bello día a finales
de septiembre, el bus estaba aparcado junto al complejo deportivo que tenía un
comedor y varios campos de juegos para niños y deportivos también. La profesora
decidió que sería conveniente tenerlos jugando en la parte más profunda del
complejo, para así no ser molestados ni amenazados por el ruido de los
automóviles de la carretera.
Entre juego y juego Alfredo,
Miriam, Pablo y Martha estaban impacientes por irse a jugar con la pelota de
Pablo y llegaron a escuchar a las justas la indicación de la maestra de no
alejarse más alla de la reja que rodeaba el complejo. Jugaban a “La mata gente” cuando Alfredo fue alcanzado por la pelota y
en su enojo le propinó una fuerte patada, lanzándola fuera de la reja y así,
fuera del campo permitido. Alfredo, que provenía de una familia adinerada no
tuvo mayor reparo en la pérdida de la pelota de Pablo, quien era hijo de unos
panaderos y que había prácticamente heredado dicha pelota de su abuelo en su
reciente cumpleaños en el mes de Julio, por lo que éste se fue corriendo tras
la pelota hasta llegar a la reja.
Las niñas, siempre más dóciles… o
más rígidas, le recordaron de la indicación de la profesora. Pablo les dijo que
más le temía a su padre y a su abuelo juntos que a la maestra; por lo que tras
un barrido ya estaba al otro lado de la reja. Viendo esto, las niñas le
increparon a Alfredo que vaya a detenerlo, pues todo el bolondrón fue producto
de su lentitud para dejarse atrapar por la pelota y por la cólera. Ya iba a ser
la hora del refrigerio, por lo que debían volver antes de que la maestra
empiece a buscarlos.
Finalmente acordaron en ir los 3
pues Miriam y Martha no querían quedarse a tener que explicar a la maestra a
dónde se habían ido sus compañeritos y Alfredo porque quería retornar para
comer el sándwich de milanesa que su mamá le había mandado en la lonchera.
Corrieron y alcanzaron a Pablo que ya se encontraba algo más distanciado de
ellos.
La pelota se había alejado porque
más alla de la reja había una ladera que descendía por una pequeña colina.
Finalmente llegaron a un campo de maizales y sin saber muy bien por qué,
simplemente se adentraron en él. Era
denso pero estrecho, a poco rato estaban en el otro lado del mismo. El otro lado del campo era más bien floral,
con árboles frondosos ofreciendo su sombra, era como un jardín inmenso…
De pronto se oyó una puerta
abrirse lentamente y chirriar, como si le faltara aceite o si hubiera estado
cerrada por mucho tiempo.
-Quien anda ahí?- sonó la voz de
una viejecita
Los niños poco o nada pudieron
moverse antes de que la señora los advirtiera en medio de su jardín. Ella les
increpó el que su pelota haya derribado su más reciente maceta y que además ellos
al irrumpir tan brusca y deliberadamente, habían pisoteado las petunias que
acababan de brotar– y permanecían aun parados sobre ellas- Con aparente delicadeza los 4 niños se
inclinaron para ver debajo de sus zapatillas. Pablo iba a pedir disculpas pero
Alfredo se adelantó diciendo:
-
Pero si son sólo flores…
Se hizo un silencio total. Como
si hasta los pajaritos se hubieran dado cuenta de la impertinencia del niño
cachetón. La anciana levantó una ceja y dejó brillar su dientecito de oro tras
una sonrisa algo sarcástica. Los niños esperaban recibir algún grito o
rezongada, cuando de pronto la viejita los invitó a dar un paseo por el jardín.
Los 4 se tomaron instintivamente de las manitos y asintieron con la cabeza .
El jardín estaba muy bien
cuidado, tenía como estas rejillas de madera blanca, que delimitaban pequeños
cúmulos de flores que estaban dispuestos de tal manera que se dibujaban rosetas
y espirales a lo largo y ancho del jardín. Habían nardos, rosales, lirios,
geranios, margaritas y lavanda. Tenía también cada cierto tramo unos arbolitos
de campanillas blancas que a esa hora de la mañana reflejaban dulcemente los
rayos del sol. Era un hermoso lugar y el aroma que flotaba en el aire era
dulzón y fresco.
En el extremo opuesto del jardín
había un mini jardín demarcado con unas rejitas del mismo patrón y tamaño de
las otras pero en vez de color blanco, eran de color púrpura. En medio de ese
segmento de jardín estaban 4 macetas con tierra en ellas pero sin planta ni
flor. A un costado yacía un costal con paquetitos en su interior. La viejecita les dijo que escojan un tipo de
semilla del costal y que lo planten en cada una de las macetas, con la premisa
de que escojan bien pues el fruto de su siembra se lo llevarían a casa.
Los niños se quedaron en silencio
por un instante, se miraron unos a los otros y luego sonrieron a manera de
aceptar la consigna. Martha era quien estaba más próxima al costal y virtió el
contenido de éste sobre el suelo para que todos pudieran escoger a su antojo.
Se arrodillaron formando un círculo y empezaron a leer las etiquetas de los
paquetitos, de pronto se empezó a dibujar ciertos rasgos de sorpresa en el
rostro de los 4 niños y rasgos de satisfacción en el de la viejita.
“Pasión”, “Fortuna”, “Paciencia”,
“Sonrisas” eran algunas de las etiquetas. Miriam seguía buscando y revolviendo
los paquetitos ya que ella quería sembrar Dalias, porque eran las preferidas de
su tía abuela y ella nunca le dejaba tocarlas lo suficiente. Luego de un rato
dejó de buscar como sus otros amiguitos y se volvieron en conjunto para mirar
desconcertados a la viejita.
-
Vamos niños, que es lo que quieren cultivar?
Martha movió un poco las manitos
y encontró un paquetito que decía “Amistad”. Ella quería mucho a Miriam y
deseaba que sean amigas hasta que sean viejitas, pero primero tendrían que
prometerse que no se divertirían asustando a niños traviesos. Complacida se
levantó, sacudió la tierra de las rodillas y cogió una macetita. Removió la
tierra haciendo un pequeño agujero, abrió el paquetito, vertió las semillitas y
las cubrió con un puñado de tierra. Luego cargó la regadera con sus dos manitos
porque era muy pesada y empezó a echarle agua. Inmediatamente empezó a brotar
una hojita verde. Ella se sorprendió del crecimiento de la misma y continuó
echando agua. Empezó a brotar un tallo que se iba haciendo más grande de forma
lenta pero sostenida, luego empezaron a brotar botoncitos para las ramitas y
los esbozos de hojitas. Excitada por la curiosidad empezó a echar más
ávidamente el agua pero luego de un rato sus bracitos empezaron a cansarse por
lo que se detuvo un rato para reponerse. Inmediatamente las hojas y los tallos
empezaron a regresionar. Al ver esto, Martha cogió la regadera y volvió a rociar
agua, luego volvió a brotar la plantita hasta llegar a tener un capullo de flor
en la parte más alta.
Martha se mantuvo rociando agua
pero el botón no llegaba a florecer. Volvió a cansarse pero sabiendo que si se
detenía, la planta desaparecería de nuevo, le pidió a Miriam que le ayude. Esta
se había vuelto al piso a buscar la semilla que más le convenga y le dijo que
no podía ayudarla pues no tenía mucho tiempo y necesitaba encontrar su semilla
antes del almuerzo. Alfredo se había puesto a orinar alla detrás de unos
arbustos sin advertir lo que estaba sucediendo. Pablo se incorporó y se dispuso
a sostener los brazos de Martha con lo que finalmente floreció el capullo,
brotando una hermosa Dalia color carmesí. La niña dio un salto de felicidad y
abrazó a Pablo.
-
Muy bien, cultivaste amistad. No se pueden
obtener frutos de la misma sin que haya participación de ambas partes. Si Pablo
te hubiera quitado la regadera, tampoco hubiera florecido la Dalia puesto que
un amigo no te reemplaza sino que te apoya. Felicidades. Ahora solo faltan ustedes 3.
Miriam sostuvo un paquete, se
dirigió a su maceta, rompió una esquina de la bolsita con los dientes y
rápidamente la sembró. Al caer la bolsa se podía leer en la etiqueta “Belleza”.
Miriam siempre había recibido burlas por el tamaño y aspecto de su nariz, por
lo que muchas veces había fingido tener diarrea para no tener que ir al colegio
y así librarse al menos uno que otro día de las burlas. Empezó a regar la
semilla pero no brotaba nada, hasta que el agua se empozó en la macetita,
Miriam se inclinó para ver por qué no crecía nada, hasta que pudo distinguir su
reflejo en el agua. Lo primero que reconoció fue precisamente su nariz, con lo
que se sintió avergonzada. Ya se iba a disponer a alejar su rostro cuando empezó
a brotar un tallito verde. Ella se sintió incomoda y retiró el rostro, no
quería seguir viendo su perfil aguileño que tantas falsas diarreas le había
ocasionado. Al retirarse, el tallito se volvió a sumergir en la tierra húmeda.
Volvió a acercarse, pero el agua
se había absorbido, le aumentó agua y se volvió a mirar. En eso nuevamente
esbozó la planta, haciéndose más grandecita, emitiendo ramitas, luego hojas. Luego
de verse durante todo ese proceso, notó que su nariz era una parte de ella y no
al revez. Detrás de la nariz había toda una niña que merecía ser querida y
notada más que solo una parte de su cuerpo. La planta creció y en la punta
apareció el botón de flor que permanecía cerrado. Alfredo, que había retornado de su pausa la
miró y dijo:
-
Si lo que buscas en el reflejo es tu cara, la
encontrarás detrás de esa inmensa nariz!
Miriam quiso hacer lo de siempre:
patear al niño o salir corriendo en medio del llanto pero no, eso ya no
pasaría. Ella volteó sonriendo y le dijo:
-
No, no busco nada. Todo lo que necesito lo tengo
en mí.
En ese instante, el capullo se
abrió y brotó una bella rosa rosada. La viejecita se asomó a oler la flor y
luego de hacer un gesto de regocijo, se volteó hacia Miriam y le dijo:
-
Belleza encontrarás cada vez que te quieres a ti
misma y que sabes encontrar las cosas buenas en los demás. Y si no las
encuentras, puedes aprender a aceptarlos tal como son. No hay nada más hermoso
que ello! Felicidades. Y ustedes 2? Vamos muchachitos que no tengo todo el día!
Alfredo cogió la bolsita que
estaba más a la mano en ese instante y se dispuso a sembrar el contenido. “Poder”
decía en la misma. Luego cogió la regadera y se dirigió con una mirada traviesa
hacia sus compañeritos. Les prometió invitarlos a jugar a su mansión cuando
acabe de cultivar sus florecitas. Con el agua, empezó a brotar el tallo y luego
las ramitas. A diferencia de las otras plantas, esta tenía muchas ramitas, con
lo que Alfredo se paró derechito y sonrió más vanidosamente aun. Luego las
ramitas se empezaron a llenar de varios botones de flores, al ver esto, Alfredo
tiró la regadera y se dispuso a tomar los botones con sus propias manos. Quizás
el dinero se encontraría dentro de los mismos, pensó. Pero al momento que puso
sus manos en la planta, ésta empezó a regresionar. Volvió a regarla, volvió a
brotar la planta y volvió a intentar agarrarla. La planta volvió a regresionar.
Esto se repitió por un par de veces más hasta que finalmente Alfredo se tiró al
piso haciendo una mini pataleta. Para su sorpresa, la planta regresionó aun más
que cuando ponía sus manos sobre ella. Se calló y la planta dejó de encogerse. Finalmente
se levantó, suspiró, empuñó nuevamente la regadera y volvió a regar la planta,
esta vez prometiendo que tendría la fortaleza y paciencia necesarios para dejar
que la planta siga su proceso.
Cuando aparecieron los botones
para florecer, entendió que lo único que podía hacer era seguir regándola así
que eso hizo. Entonces, los botones rompieron y de ellos salieron blancas
margaritas con centro amarillo. El niño esbozó una gran sonrisa pero esta vez
cargada de humildad y respeto. La viejita le dio un leve empujón para asomarse
y ver la planta.
-
Muy bien, gordito. Ya habrás notado que el Poder
más importante y que realmente nos lleva a todos lados es el poder que
ejercemos sobre nosotros mismos. Si eres capaz de controlar y dirigir tus actos
para tu bien, no habrá quien te detenga. Ahora sólo faltas tú, le dijo a Pablo
Pablo hacía buen rato que
sostenía una bolsita entre sus manos. Con temor se acercó a la única maceta que
quedaba. Se inclinó y con sus manos empezó a remover la tierra, rompió el
sobrecito y puso las semillas en ella. Luego la cubrió con la tierra sobrante y
se volteó para coger la regadera.
El agua empezó a caer sobre la tierra,
humedeciéndola lentamente, luego de un rato apareció el tallito verde, que
siguió creciendo muy recto y duro, sin abrirse en ramas, era más bien algo así
como un tallo único y largo. Poco antes de llegar a la punta aparecieron unas
cuantas hojas grandes y en forma de espada, como el símbolo de los casinos. Ya
en la punta brotó finalmente un gran botón de flor. En eso, el botón se abrió
espontáneamente dando paso a un gran y hermoso girasol que en el centro llevaba
cientos de semillas. Sus ojos brillaron y sonrió. Luego miró a su mano
sosteniendo el sobre ya arrugado, y en su etiqueta leyó “Aprendizaje”.
-
Yo quiero seguir sembrando porque hemos obtenido
más cosas en la siembra y el cultivo que en la cosecha. Dijo Pablo.
-
Menudo niño habías sido tú. Bien hiciste en
escoger ese sobre. Cada semilla es un instante, una oportunidad de aprender
algo. Hoy ustedes y hasta yo hemos aprendido algo. Cada persona que toca
nuestra vida nos enseña algo, cada acto y cada circunstancia tiene un por qué,
y el común de todos ellos es que nosotros seamos más sabios y más felices. Hay
que tener la suficiente fortaleza y humildad para saber reconocer la lección
escondida tras cada circunstancia. Bah, supongo que puedo devolverles la
pelota. Ahora sí, váyanse ya pero con cuidado de pisar las petunias que ya no
tengo paciencia para seguir dándoles lecciones de jardinería.
FIN
Ciclos de Vida
Archivo 17/10/12
El otro día veía en la clase de
Marketing una diapositiva donde explicaban el ciclo del consumidor según las
etapas de vida. Fue tan triste. Todo lo que una persona anhelaba, planificada,
añoraba en una etapa era alcanzado en otra donde le faltaba algo que poseía en
la etapa anterior. Mientras, lo que no faltaba en todas las etapas eran las
responsabilidades correspondientes a cada una. Ahí estaba en una sola
diapositiva resumida la ridiculez del pensamiento humano para la vida sobre
esta Tierra. Los ojos puestos en la meta, nunca en la carrera, nunca en el
paisaje.
En el cole nos enseñaron: el ser
humano nace, crece se reproduce y muere. Donde quedó o donde entra el “VIVE”? O
es un verbo tácito, se sobreentiende; pero vaya qué fácil se olvida. Y el
“ama”? Somos animales degenerados, porque los animales de verdad son los que
más viven porque no saben que van a morir. Nosotros, sabiendo, deberíamos vivir
mucho más. Puede que sea como el caballo que
corre con la zanahoria colgada en la frente o como el perro que se persigue la
cola; todos nos levantamos de la cama todos los días. Nos mostramos muy
apurados, muy interesados como si fueramos a emprender la misión y lo más
importante que tendríamos que hacer. Como si estuviéramos por emprender la
batalla de nuestras vidas. Pero a donde van? A donde vamos? Estamos despiertos
o es que simplemente en modo automático? A veces creo que las personas mismas nos
programamos a ir rápido para no pensar, no ver las cosas, no sentir. A veces es
más fácil hacer lo que hacen todos o lo que se nos ha enseñado, llenar un
espacio en la fila, cumplir con la etapa del ciclo de vida, consumir oxígeno.
Quizás es por esto que adoro
madrugar para ir al aeropuerto e ir a verlo, mojar el baño, en medianoche salir
a comer un pastel de chocolate, dormir 12 horas, explorar los diferentes
caminos hacia un orgasmo, dejarme lamer la cara por mis perritos (cuando me
emociono mucho), aprender cosas difíciles o disfrutar el alivio que se siente
después de tirarme un pedito. En esos momentos se libera mi batalla por ser
feliz, estoy pisando tierra. Si viviera en pos de una causa, quizás no llegaría
a vivir nunca. Siento que no me falta nada. Después de todo, estoy precisa y
exactamente en el lugar y momento donde toooodos mis momentos vividos me
llevaron a estar. No hay otro lugar para mi, yo llegué aquí.
No quiero cumplir los checks de
ese ciclo de vida del libro de Ciencias Naturales ni el del consumidor según
mis clases de Marketing. Las personas debemos dia a día luchar la única batalla
que realmente importa y esa es la de ser felices. Hagamos lo que tenemos que
hacer, pero con los ojos en el presente. Sino pasará el día, el mes, la década,
la vida! Y diremos, “Hey, ya se acabó? Y yo donde estuve?”. Quiero andar sin
zapatos, con el pelo suelto, no preocuparme si mis aretes combinan, comer en la cama y dejarme acariciar hasta ya no
más poder o simplemente no hacer nada. Ultimamente he aprendido a sentirme bien
incluso sin hacer nada, debe ser porque la única forma de meditación es eso, la
nada. No hacer ni pensar ni decir nada. Solo existir, solo ser.
Luego ahí, en esa nada, puedo todo.
Luego ahí, en esa nada, puedo todo.
lunes, 6 de mayo de 2013
Semilla
ARCHIVO 21/02/2012"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos"Se acabó el bullicio. Ya toda la ropa está en el closet, los neceseres conteniendo artículos de belleza y cuidado personal estaban en la cabecera, los aretes ya colgados en el parante celeste que unos años había pintado en una de esas visitas de 3 días que hacía a mi tía de Lima. Bueno, a tomar agua y a que más? q mas se puede hacer? Eso, ver por la ventana y... pensar? no no mejor sigamos ordenando los libros, los cuadernos, uy cuantos lapiceros. Ya no hay mas que ordenar. Me paro al costado de la cama y me quedo mirando por la ventana. Y entonces se asoma eso que quiero evitar: el pensamiento. Me senté al borde de la cama y de pronto se vino el desfile de imágenes pasadas.Recordaba mis relaciones de colegiala. Aquellas en las que eras amiguito entre las clases, te bromeabas en el camino al aula de inglés y se te declaraban en el recreo o algún cumpleaños; para que cuando ya eran "enamorados" solo nos veamos en el colegio. Nunca al cine, al parque o la calle. No estuve con nadie más de 3 semanas. Recuerdo al niño bonito que nunca me tomo la mano pese a que estábamos, o cuando estuve con JP, que no hablábamos de nada mas que de pura broma y a las 2 semanas la relación no sobrevivió al aislamiento al que nos vimos todos obligados luego del terremoto. Cuando salí con ese chico de cabello largo que parecía un Ken pero no dejaba q tome su mano si me había amarrado las zapatillas instantes antes, o como el que pedía foto carnet supuestamente para ponerla en su billetera pero en realidad lo que hacía era un álbum de sus ex (Calígula-style).El último de esa extraña fauna fue el que estaba en la pre de verano para ingresar a Medicina y alcanzarme (yo había ingresado en la pre de abril anterior, cuando aún era colegiala), él era fan de Nsync pero de todos mis enamorados formales, fue el único q osó proponerme tener sexo y yo le respondí decididamente: Para que tengamos aaaalgo tienes que esperar 8 años: que son 6 años de carrera, 1 año de internado y 1 año de SERUMS. Ya cuando seamos residente nos casamos y ahí podremos estar.En esa época no sentía deseo real por los hombres en forma sexual, pero me excitaba con las novelas eróticas y me estimulaba con un cojín. Increíblemente aceptó el reto, digo increíblemente porque a esa edad uno no está planificando el año de su boda, pero bueno, supongo que estaba o muy enamorado o con muchas ganas de hacerme caer. Era verano, así que me fui una semana a la playa con mis tíos y cuando volví lo encontré fumón y borracho, se había retirado de la pre aduciendo que yo lo abandoné primero (es q a la playa que fui no había teléfono y el celular recién estaba saliendo a la luz, fueron 7 días sin contacto).Así fue, así fueron. Algunas de las pocas referencias que, según yo, me habían dado bagaje suficiente para decir q ya estaba lista para una relación seria y duradera en adelante. Eso me vendría bien. Y vaya q la tuve, pero olvidé pedir una relación feliz. Pequeño detalle. Y "llena de amor, complicidad y mutua comprensión" también hubiera caído muy bien. Es como ese chiste del hombre q encuentra una lámpara mágica, la frota y cuando sale el genio le pide q el miembro le llegue hasta el piso; y el genio le corta las piernas... cruel.Ahora estoy aquí, mi mente se quedó en silencio, que curioso: me acababa de mudar. Por primera vez vivía sola. Me hice adulta esta tarde y yo recién acababa de darme cuenta. Creo que eso era lo que no quería ver.
Afuera sonaban los carros de la avenida y por la ventana entraba la
luz de los semáforos ya que, por fines circulatorios, la avenida sincroniza
todos los semáforos de un mismo color a la vez. Por dentro, el cuarto
apagado. Yo, sentada de espaldas a la ventana mirando hacia la
puerta, salí y me senté en la sala a contemplar la gran puerta de vidrio
que da al balcón y permite ver toda la ciudad, al menos el lado
"bonito" de la ciudad porque si la ventana hubiera dado al otro lado
en vez de tener a Miraflores, tendría al Centro de Lima como vista.
“Estoy haciendo lo correcto?”
Quizás este sea el acto más maduro y certero que realicé en mi vida o
quizás el más infantil y estúpido. A mi lado derecho el silencio y a mi
izquierda la incertidumbre, por primera vez me veía ante la gran pregunta
"Qué quieres hacer TU ahora?"
Me veía ante la gran tarea de pensar y hacerme cargo de mi misma.
Años, meses, semanas, días antes hacía, comía y opinaba lo que las
personas a mi alrededor hacían, comían u opinaban. Cuando fue el
punte de quiebre?
Años atrás ya había notado estas cosas. Cuando sientes que un pordiosero
tirado en la vereda puede ser un magnífico mensaje a través de un retrato,
cuando entendí q las personas más sabias no necesariamente son las que más
saben, cuando soñaba con que una persona puede ser lo que quiera ser:
prostituta y maestra, cocinera y arqueóloga, cualquier cosa!, q uno puede
pararse de cabeza y nadie tiene por qué decir nada, que no hay una sola forma
de hacer las cosas, que tenía talentos que estaban abandonados, ignorados, que
tengo mucho que dar, que expresar; que me gustaba, corrijo, me encantaba el
sexo, que quería explorar todo tipo de juego mecánico, que no quería casarme...
No con él. Quería una bella boda, una bonita familia, tener alguien a quien
esperar en casa, quería ser la esposa de un buen hombre. Quería ser una buena
mujer. No estaba enamorada. Estaba ilusionada, inseguramente asegurada; con
cariño sí, pero no segura ni enamorada.
Por qué no hablé? Por qué no me escuché antes? Entendía que los demás no
lo hicieran porque ellos nunca supieron de ello... pero por qué no me escuché a
mí misma? No confiaba en mi, no quería reconocer que yo era otra persona,
con otros planes, otros sueños, otros deseos distintos a los que me enseñaron
que eran los apropiados o los correctos. En el fondo tenía yo la idea de
que si vivía sola o daba rienda suelta a mis deseos e instintos más ocultos (y no
sólo los sexuales) probablemente acabaría sola, pobre, herida, triste, enferma;
quizás hasta muerta. Más seguro y constructivo era callarme, ignorarme.
Vivía en una calmada irresponsabilidad. Estaba vegetando. Y todo por
temor a que mi corazón o instintos estén equivocados y cuando eso pasara,
cuando el error llegara yo no querría asumir las consecuencias de mis actos. Eso
era! Viví 25 años de puro escapismo. Digo 25 porque el último año fue el año
del vómito, la realización. Ese en el que te enfermas de ti, te hartas de las
cosas q haces, que te miras al espejo y no sabes quién eres, cuando te das
cuenta q no estas donde debes estar. Y lo q es peor, cuando me di cuenta q no hacía
nada al respecto. Estaba yendo cuesta abajo en una carretilla con una piedra en
el regazo, por voluntad propia.
Este año vino por tener la oportunidad de estar sola la mayoría del
tiempo, cuando ya no encontraba el afecto o la certeza desde mis padres,
profesores o compañeros sino solo de las cosas q yo hiciera. Lo q pensara, lo
que creara. No hablar me hizo expresarme por las fotos, decoración y demás
cosas. La reafirmación la logré hallar en mi, sí. Pero cuando estaba sola.
Cuando él venía aparecía el ensimismamiento otra vez. Yo había cambiado
ahí en esas 4 paredes a través del arte. Mas q cambiar, volví a ser lo que
siempre y nunca fui. De pronto entendí muchas cosas. El momento más doloroso no
fue aquel en que no me sentía amada, sino cuando entendí y acepté que yo no
amaba. Que había jurado amor, había unido mi vida a alguien por temor a
comprometerme con mis sueños, mis instintos, mis anhelos. Él no era malo, pero
no era para mí. Yo no era para él, ni si quiera era para mi misma, yo no era
real, era sólo cáscara.
Estaba completamente vacía. Ya no era vegetal, me había secado, había
pasado por el otoño, deje q todas mis hojas se sequen, el tronco se durmió y
luego vino el invierno. Me enfrié llegué a no sentir nada, mutismo. Solo ser un
grano, una semilla. Y de pronto hubo un crujido, un quiebre, se rompió la
cáscara. Me dolió mucho. Dolores por los que pasé y tuve q pasar para poder
despertar. Fueron mis dolores de parto.
"El pájaro rompe el cascarón, el cascaron es el mundo. Quien quiere
nacer tiene que destruir un mundo"
Cuando las luces del semáforo cambiaron de rojo a verde, recordé todo
esto. De pronto esbocé una sonrisa en medio de las lágrimas. Estaba viva.
Quizás...
Mis ganas de correr desaparecieron, de estar sentada en la sala pase a
sentarme en la cama, MI CAMA. Miré al techo, miré la ventana, las luces
cambiaban a rojo.
Me recosté y sentí q ésta era mi habitación. Todo lo que había recorrido
había sido para estar aquí ahora, en este espacio. Que al final había ganado.
"El fracaso no existe" me habían dicho pocos días atrás, cuando fui a
contarle a mis padres sobre mi separación. Esa noche salí a bailar sin pareja,
sin seguridad, sin pantalla. Esa noche había me había liberado por primera vez de
todo temor a estar sola. Me vi y me dije que yo bastaba para ser y estar. Que
no volvería a ignorarme, que no despreciaría mis deseos ni mis sentimientos, que
no me abandonaría. Esa noche había bailado sola y no me importó, igual me sentí
la mujer más hermosa de la ciudad, la más amada. Ya no temía ser la chica sin
pareja, era yo ya una unidad de 2 polos, de por si.
Como decía en esa obra de Herman Hesse :
Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la
casualidad quien se lo proporciona. Sino él mismo. El propio deseo y la propia
necesidad conducen a ello.
De pronto, al fin y al cabo ya había pasado la tormenta y ahora lo que
había eran flores y la luz de un nuevo amanecer. Como el de la foto de este
mail.
C. me llamó inesperadamente, hablamos por teléfono como una hora, me
dijo que si lograba vencer todo esto, al final sería mas fuerte. Estaría
orgullosa de mi misma. Me llenó de paz, recordé nuevamente por qué estaba acá y
me sentí orgullosa, me sentí fuerte, me sentí amada. Yo me amaba. Y lo mejor,
amaba como nunca lo hice y como siempre soñé que podía hacerse. Era real! Existiría
un mañana. Pero lo mejor de todo, ahora existiría YO.
Y así, me quede dormida. Mi nuevo yo, en mi nuevo hogar.