El internado, último año antes de sacar el Título Profesional y en el que prácticamente vives en el hospital, lo hice en el Hospital Goyeneche. Éste es un hospital de alrededor de 100 años de antigüedad, construido con sillar y amplios jardines. El peso del tiempo y la ligereza de las personas, ha hecho que este hospital tenga un aspecto por demás pobre, con carencias en equipos, infraestructura, medicinas, personal, entre otros. Pero lo que le falta a este hospital en recursos, le sobre en empuje.
Como es de esperar, donde habitan pacientes pobres, habitan también enfermedades pobres. Habían casos de tuberculosis y de pacientes infectados con VIH ya en estados avanzados y hasta mortales. Para ir al punto, un doctor me vió preocupada por la asociación de estas dos enfermedades y el punto en común: la inmunidad celular. Entonces me recomendó leer sobre un sindrome que podría describir esta extraña asociación: el Sindrome Inflamatorio de Reconstitución Inmune (IRIS en inglés).
A ver, vamos despacio. El SIDA tiene su mal al acabar con las células encargadas de la defensa inmune, entonces las personas con este mal fallecen por complicación y diseminación de infecciones y neoplasias que en condiciones normales (generalmente) no son tan letales. Lo que hace más mortal al SIDA, según yo, es su irreversibilidad y su alta tasa de transmisión.
Básicamente, el IRIS sustenta que algunos pacientes con SIDA que están en tratamiento antiretroviral exitoso (tratamiento que ataca al VIH y efectivamente logran frenar la reproducción del virus y por ende, frenar la destrucción de las células inmunes) paradójicamente presentan un deterioro clínico. Y para colmo de males, la enfermedad que se "agrega" en estos casos suele ser la tuberculosis.
En pocas palabras, en IRIS:
1) Paciente con SIDA
2) Paciente con células de defensa destruidas
3) Paciente inicia tratamiento contra VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
4) Se frena al virus
5) Células inmunes vuelven a "crecer".
6) Paciente empieza a presentar síntomas de tuberculosis (cosa que no había al inicio, cuando tenía menos defensas).
Por qué se me ocurrió escribir esto? Para darte dolores de cabeza? Para alegrarte de no haber estudiado Medicina? Para espantarte y no vuelvas a asomarte por aquí? Ninguna de las anteriores.
Qué se deduce de esto? En ese entonces encontré un fenómeno hermoso que me inspiró para hacer mi trabajo de investigación para optar por mi Título Profesional, y un par de años después presentaría en un Congreso Internacional Inmunología. Ahora, que estoy en la onda expansiva, me doy cuenta de algo aún más maravilloso.
La enfermedad no la hacía el VIH ni el bacilo de la Tuberculosis, la enfermedad la hacía nuestro cuerpo!
Era necesaria que haya una respuesta de nuestro cuerpo para que recién daño del bacilo de la TBC empiece a manifestarse. Probablemente estas personas tenían ya el bacilo desde antes, pero no fue hasta que sus defensas "despertaron" del sueño al que las sumergió el VIH, que pudo advertirse de su presencia. La enfermedad no era en sí el problema, sino que aquellos organismos infecciosos se estaban desarrollando en el cuerpo, sin ser notificados. Finalmente "la enfermedad" era el primer paso hacia la sanación.
Por qué hablo de esto? De pronto me pongo a pensar que uno se enferma porque de alguna forma está sano. Que uno sangra mientras está vivo, se llora mientras aún haya algo por qué luchar, se sufre cuando aún hay ilusión de un mañana, se siente miedo cuando aún hay algo que te apasiona. Hay una tendencia cultural a pensar que estar enfermo es sinónimo de debilidad, pues... Y qué si la enfermedad es más bien un indicio que nuestro cuerpo está percatándose de algo que nos estaba haciendo daño ya desde mucho?
Te brotó alergia por usar tal o cual perfume? Es entonces que tu piel es mala por no soportar el perfume, o acaso es que mejor te quitas ese líquido dañino? Cuánto más quieres que se te doblen los dedos del pie para hacerles caso y dejes por fin. de usar esos stilettos del mal?
Si lo extrapolamos a cosas de la vida en gral: cuando una cosa se torna grave y ya logra ser un verdadero problema, para solucionarlo (por la via buena) es necesario desarrollar alguna cualidad. Has notado que después de que se te reventó la llanta, aprendiste a cambiarla, a usar la gata o si quiera a qué número llamar? Cuando te fue mal con alguna relación, te das cuenta de qué fue aquello que no debiste hacer o aquello que no debiste dejar pasar. Al perder un trabajo te das cuenta de aquel mal hábito que ya vienes alimentando hace un tiempo. Y así.
El Dragón de Los Problemas monta un laboratorio en el que puedes trabajar sobre aquellas cosas que duelen o generan pesar. Si trabajas en él, podrás ver desplegados tus propios errores y aquellas cosas que debes cambiar o simplemente dejar de hacer. Cuando aparecen los problemas, hay que alegrarse! Significa que estás ante una oportunidad de evolucionar y de mejorar. Es como entrar a un laboratorio alquimista, tendrás que combustionar, quemar cosas, pero el resultado nunca será lo que tenías al inicio. Que sea oro o sea cobre, depende de ti.
Pero esa iluminación, ese descubrimiento no se dará si es que no ves el verdadero problema. No es lo mismo "lo que no me gusta", que "lo que está realmente mal". Muchas veces lo que nos gusta, es el verdadero problema. Hay que saber tener paciencia y humildad para saber distinguir cual es el verdadero problema.
Al Dragón de Los Problemas hay que soplarle para que abra las alas y nos deje ver ese laboratorio, cuanto más fuertes estamos, más fuerte soplamos y podremos entonces encontrar los insumos que tenemos para transformar, osea: el verdadero problema. En cambio, si nos quedamos en el victimismo, la culpa, la procastinación, etc lo único que veremos es un Dragón viniendo directo hacia nosotros. Estaremos como las defensas de aquellos pacientes inmunodeprimidos: sin función. Levántate, recupera tu integridad y sopla! Encontrarás el nucleo, es probable que entonces arda y se avive la cosa, pero ahora sí estarás viendo la realidad. Y lo mejor, podrás depurarla, trasmutarla en oro.
El Dragón de Los Problemas monta un laboratorio en el que puedes trabajar sobre aquellas cosas que duelen o generan pesar. Si trabajas en él, podrás ver desplegados tus propios errores y aquellas cosas que debes cambiar o simplemente dejar de hacer. Cuando aparecen los problemas, hay que alegrarse! Significa que estás ante una oportunidad de evolucionar y de mejorar. Es como entrar a un laboratorio alquimista, tendrás que combustionar, quemar cosas, pero el resultado nunca será lo que tenías al inicio. Que sea oro o sea cobre, depende de ti.
Pero esa iluminación, ese descubrimiento no se dará si es que no ves el verdadero problema. No es lo mismo "lo que no me gusta", que "lo que está realmente mal". Muchas veces lo que nos gusta, es el verdadero problema. Hay que saber tener paciencia y humildad para saber distinguir cual es el verdadero problema.
Al Dragón de Los Problemas hay que soplarle para que abra las alas y nos deje ver ese laboratorio, cuanto más fuertes estamos, más fuerte soplamos y podremos entonces encontrar los insumos que tenemos para transformar, osea: el verdadero problema. En cambio, si nos quedamos en el victimismo, la culpa, la procastinación, etc lo único que veremos es un Dragón viniendo directo hacia nosotros. Estaremos como las defensas de aquellos pacientes inmunodeprimidos: sin función. Levántate, recupera tu integridad y sopla! Encontrarás el nucleo, es probable que entonces arda y se avive la cosa, pero ahora sí estarás viendo la realidad. Y lo mejor, podrás depurarla, trasmutarla en oro.
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