En las clases de Desarrollo del Potencial Humano y también de Gestión de la Calidad del MBA, hacían hincapié en algo que me sorprendió agradablemente: Para conseguir la excelencia en procesos y resultados, hay que (en pocas palabras) comprender, saber inspirar y confiar en las personas .
Qué cosa??? Si durante el pre-grado todo el tiempo me formé pensando que había que ser incisivo, desconfiado, sagaz y hasta taimado. Si en mi promo la gente trepaba barandas o metía codo con tal de ser el primero en entrar al aula. No importa si se durmiera después; había que sentarse adelante.
Uno diría "Wow, que promo tan aplicada y estudiosa", yo considero que era más un tema de ser amarillo (dícese del individuo disforzado que quiere pasar como aplicado). Lo peor era que los profesores fomentaban esto, pues mientras más amarillo, mejor nota de concepto, mejor opinión pública, mejor reconocimiento.
A mi siempre me descuadró que en una Facultad que trata con lo más sagrado: la Vida; no fomenten principios de Justicia, Equidad, Empatía, Altruismo u Honestidad. Nada que ver, con que hagas lo que te pedían y lo sazones con actitud pseudo-intelectual, bastaba.
Durante el internado fue diferente, nadie quería ser el mejor o el preferido, todos queríamos sacar adelante a nuestros pacientes y sobrevivir a las 36 horas corridas de guardia.
Ya en la Residencia volví a revivir en algo aquella imagen con tonalidad mostaza. Inicialmente los almuerzos eran pura broma, todos éramos nuevos, párvulos, inocentes criaturas. El paso del tiempo se hizo proporcional al crecimiento del ego, monotonización de las conversaciones y finalmente ya a mediados de segundo año, opté por almorzar sola y disfrutar en silencio de la vista de unos árboles que se veían a través de la mampara.
Otra cosa que pude observar es el clásico y eterno "Arrímate a buen árbol". No sé cómo habrá sido en los demás servicios, en el mío era una Odisea de Homero estilo paradójico: estábamos al mando de Medusa, nadie quería convertirse en piedra pero sin embargo paraban mirándole la cara todo el tiempo. Yo, por contreras, me salvé de entrar a esa ronda y tuve poco o nulo contacto con la Jefa de mi Departamento (servicio o unidad).
No interactué con muchos co-Residentes. A decir verdad, no estaba buscando nada de nadie. He tenido compañeros muy hábiles y capaces, pero prefería compartir el tiempo con ellos conversando de cualquier cosa, menos del hospital.
No conozco ni al 10% del total de rehabilitadores que egresaron de los demás hospitales en mi año, nunca me enteraba de los Congresos, no fui a los paseos, menos habré ido a algún cumpleaños (sólo el de mi querido JJ).
En los conversatorios, cuando era menor, no intervenía, cuando era mayor, no preguntaba. Prefería aclarar puntos o dar directrices generales enfocadas a lo que sería mas saltante estudiar o repasar. Simplemente no estaba de acuerdo con la orientación y sentido que se le daba a las charlas, aprender de memoria pero sin un enfoque práctico y crítico; y que el debate posterior sea un concurso de talentos. Me parecía completamente desorientado el asunto.
Pero creo que a la gente le gusta el maltrato o conversaciones autoindulgentes; así que a mi nadie me preguntaba ni consultaba nada. No era la primera opción de mis doctoras ni de mis residentes. Nadie me trataba con diminutivos ni tampoco tuve que comprar algún regalo a nadie por algún favor.
No conocía a nadie de las ortopedias, a mi nadie me dejaría muestras. No tengo lapiceros de propagandistas y al único curso pagado por laboratorio que fui, fue porque estaba en horario de trabajo y me recogieron de la puerta del hospital. Ese día salí cuando se cumplió el equivalente a mi hora de salida del hospital y le dejé una nota al ponente, que algún día postearé en algún lugar.
A finales del año pasado, me tocó una pasantía regular en Lima, con una Dra. fenomenal, era la rotación de Problemas de Aprendizaje. No sabría especificar en palabras lo que fue pero simplemente se prendió en mi una llama que me decía que debía seguir. No pude soltar más esta pasión y desde entonces mi estudio se avocó neta y exclusivamente a este rubro.
Todos los residentes se dedicaban a aprender manejo de dolor, querían estar en los cursos de kinesiotape, en las charlas de proloterapia y en los talleres de Ottobock. Nunca fui a ninguna, salvo una cena en la que mi tutora de ese mes me encomendó a ir en su representación, no tenía tiempo y no quería desairar. Además habría comida.
De los Congresos que me interesaban, me enteraba siempre de forma "casual" y cuando iba, en los breaks hablaba con cualquier persona, nunca sabría decir quienes eran. Hablaba del tiempo, de música o de los gestos de los ponentes; al final de la conversación me daban sus tarjetas y resultaban ser desde Marinos videntes hasta Directores de Hospitales. Me mudé y ahora no sé donde estarán dichas tarjetas.
Conocí a una Dra. Argentino-Japonesa en un Congreso de Medicina Integrativa, del cual me enteré cuando divisé el anuncio al inclinarme a saludar a alguien que estaba parada cerca de la pizarra de anuncios. Esta Dra. habló de un método muy interesante para tratar niños con problemas escolares.
Simplemente mi mente voló a mis tiempos de escolar, recordé que una maestra aplicó algo similar en mi; entonces simplemente supe que debía ir con ella y fui a Argentina a aprender esto en vez del boom ocupacional. Hasta mi tutora de aquí me decía que no hay punto de comparación (económicamente hablando) entre un campo y el otro, "los niños no dan de comer".
Tenía una pasantía de 2 meses en España, aprobada, oleada y sacramentada. Sería sobre enfermedades ocupacionales, la programé a inicios del 2011 cuando era muy poca la atención a ese campo y mi interés era netamente monetario. Años después, actualmente este campo es un boom, más aún con el Seguro Complementario paraAccidentes de Trabajo: hay full financiamiento. Y yo con pasaje, carta de aprobación y permiso en mano: decidí no ir. Así que chao España, hola Argentina. Opté por irme a estudiar nuevas y diferentes formas de ayudar a los niños a aprender mejor. Quién pagará después por eso? Cuánto iré a ganar? Quién sabe.
Los sucesos en ese país serán materia de otro post.
Finalmente acabé la Residencia, sin pena ni gloria, simplemente Convicción al 100%. Contra todo pronóstico y sorpresa mía, cuando terminé aparecieron ofertas de trabajo. Me vi en la posición de tener que elegir entre puestos que había soñado de forma remota en los tiempos que tuve que hacer mis prácticas ahí; nunca pensé que tendría opción de acceder a ellos tan pronto y de forma tan inesperada. Era como tener que elegir entre una cama de plumas o masajes relajantes, helado con fudge o bombones de mazapán.
Hasta ahora algunas personas no comprenden mi decisión, el gerente de EsSalud me miró con cara de pena y desconcierto cuando rechacé la oferta de jefatura, con resolución y miras de contrato indeterminado; por una plaza en MINSA, de asistente y por terceros.
Llamaron a mis padres para inducirme a aceptarlo, no sé en qué momento merecí todo ello; pero igual estoy eternamente agradecida. En casa estaban semi-histéricos, mis papás palteados, mi hermano diciéndome que estaba arruinando mi carrera.
Entonces, de qué estoy hablando? De dinero? De fama? De esfuerzo? De competencias? De éxito? Aquí sólo hablo de tres cosas con las que vivo y a las que me aferro con uñas y dientes en lo que tiene que ver con mi vida profesional:
1) Integridad
2) Pasión
3) Fe
1. No podría ostentar el cargo más poderoso, el mejor sueldo o las mayores reverencias; si sé que lo que obtuve fue lamiendo suelas, serruchando el piso a alguien o comprometiendo mi valía u honestidad. No va.
2. No hago nada en lo que no crea firmemente. Cuando algo me mueve desde adentro, simplemente no lo suelto porque es en ese momento que siento que cada lágrima o esfuerzo, tiene un propósito; entonces la vida tiene sentido. Si me voy a sacar la michi por algo, que sea por algo que tenga más trascendencia que un beneficio o reconocimiento.
3. Dios tiene un plan escrito, sé y tengo adentro firmemente la creencia de que es a El a quien debo arrimarme, ofrecer regalos, sobar y dar horas extra. Toda dedicación, fruto y mérito que es mío realmente, vendrá de Él y para él.
El Dragón de las Aptitudes es un dragón que necesita que creas en ti mismo y en la vida. Conforme más valía te reconozcas, conforme más confíes en Dios (alias poder superior, destino, los marcianos, etc), entonces es ahí que pueden brotar las verdaderas aptitudes. Si te concentras en ser mejor que los demás, en sobresalir o ser el number one, puede que lo logres, puede que cumplas tus sueños, nadie duda de eso; y si es así pues en buena hora! Sin embargo me pregunto si realmente estás ganando o sólo estás jugando bien el juego. Se puede obtener lo que se desea, pero si todo parte de una debilidad, entonces nunca se estará satisfecho.
Las ofertas de trabajo que tuve (ofertas serias y reales) fueron por mérito propio y también fueron producto de la Fe, pero no estaban alineadas con mi propósito final. Ok, podría haberme "sacrificado" momentáneamente dedicándome a algo que me satisfaga ya ya! Pero he asimilado que abandonar el camino de mi trabajo con los niños, es a fin de cuentas, abandonarme a mí misma. Entré a laborar en el Hospital más especializado en el campo de la Rehabilitación justamente al Dpto de Aprendizaje! Es el único lugar en este país donde podría trabajar en ello; y para ponerle más magia al asunto: yo nunca fuí antes a ese lugar, las doctoras ni la jefa me conocían, sin embargo fueron ellos los que me contactaron, yo no sabía que existía ese puesto y menos que estuviera disponible. Dios se encargó de contactarnos.
Actualmente me siento más que contenta en donde estoy, mi angustia viene cuando me imagino habitúandome y negándome a seguir hacia la meta final. Pedí libertad y sé que de aquí a un tiempo me volveré a enfrentar con este Dragón, pero sé también que así lo desea mi alma, porque debo dar ese salto, ellos lo están necesitando y confío en que Dios quiere que logre satisfacerlos y que me alinee con aquello que está designado para mi. Mientras, caminaré y daré lo mejor de mi con cada pisada.
Actualmente me siento más que contenta en donde estoy, mi angustia viene cuando me imagino habitúandome y negándome a seguir hacia la meta final. Pedí libertad y sé que de aquí a un tiempo me volveré a enfrentar con este Dragón, pero sé también que así lo desea mi alma, porque debo dar ese salto, ellos lo están necesitando y confío en que Dios quiere que logre satisfacerlos y que me alinee con aquello que está designado para mi. Mientras, caminaré y daré lo mejor de mi con cada pisada.
Muchas veces he dudado de mi misma, o de las cosas que hago, si tendrán fruto, si es que estaba en lo correcto, si no estoy siendo quizás muy ingenua. Pero me doy cuenta que si bien podría quedar como tonta a los ojos de los demás por tomar decisiones en lo profesional, basada en el corazón o el altruismo; en realidad es esa la única forma de romper el ciclo de la competencia. Patear el tablero, es pues, la verdadera forma de ganar, no hay juego.
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