Antes de empezar la U, siempre decía que mis relaciones amorosas no pasaban del mes. Ha de haber sido en parte porque en aquellas épocas no había edad o recursos más que para ir al parque, al cine o a comer yogurt con cereal.
Digo "en parte" porque la mayor parte se la lleva el hecho de que uno empieza a relacionarse con alguien basado netamente en aspectos de atracción física o expectativas por cumplir.
Escena #1
Cómo olvidar aquella fiesta familiar en la que había un tumulto de gente bailando al son de la orquesta de turno y de pronto, de extremo a extremo del recinto, se cruzan nuestras miradas... Entonces el tiempo se detiene, la música ya no suena, dejamos de bailar y él empieza a caminar en dirección a mi.
Escena #2
Era LA fiesta de Halloween, yo no había pensado ir pero finalmente fui. Me distraje viendo el concurso de talentos hasta que vi su perfil. Muy atractivo, mirando al horizonte, aire misterioso. Quién será? Yo lo vi, pero el no miraba a nadie, era como si estuviera solo en medio de todos los que estábamos bailando. Pasan las horas y un amigo del colegio que estaba ahí, me llama por detrás volteo y oh! Estaba con el chico misterioso y nos presenta
- Aquí el hombre quiere conocerte. Dijo mi amigo del cole.
Escena #3
El era el niño rubio del salón, nos hicimos amigos al poco tiempo que yo llegué al colegio. Algo después me empezó a gustar. Yo le conté esto a su amiguito y el muy $%@& no tuvo mejor idea q delatarme delante de él. Él sonrió y le brillaron los ojos, yo me enchunché y le quité el habla.
El Dragón #24 te hace liberar feromonas al por mayor. Despierta una conexión básica, elemental, hasta primitiva. De pronto solo piensas "Yo Jane, tú Tarzán", no articulas bien y menos vas a pensar mejor. Sólo piensas en modo ecológico: Si este sentir fue natural, ha de ser bueno.
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