miércoles, 6 de septiembre de 2017

Dragón #32: La Desnudez

No hay mucho que pueda decir de mi biografía aquí, sólo sé que por un tiempo lo suficientemente largo (o corto, no lo sé) me convertí en la persona que por tantos años me esmeré tanto en no dejar salir a la luz. Imagina que una vez acabado el cuento, la oveja desolla al lobo para vestir su piel con fines tan macabros como si fuera al revés. 

Llegó un punto en mi vida donde el Lobo del que me corrí toda la vida (aquel por el cual construí mi casita de paja) de pronto se me antojaba más digno, sabes? Al menos él era el único que se mostraba tal cual era: pillo, codicioso, lascivo, taimado y manipulador. Los chanchitos, la Caperucita y hasta la mentada abuela se la pasan incitando y haciéndose los tontos todo el cuento, fingen no saber distinguir que un ladrillo es más fuerte que la paja. Vamos! Un lobo jamás de los jamases pasará por una abuela, jamás! Qué hacían, para empezar, los chanchitos construyendo su casa en el bosque si son animales de granja? Por qué otra razón la Caperucita le daría toda esa información al lobo, si no para que la encuentre? 

La verdad es que todos tienen sombras dentro de sí, deseos de irse o mandar todo a la mierda, sueños de alboroto, aspiraciones sociópatas en mayor o menor medida; pero no todos lo aceptan, prefieren morirse por dentro o volverse locos antes que aceptar que los tienen y mucho menos hacerlos realidad.

Aquellas corazas o máscaras que todos portamos para ser aceptados, respetados o incluso amados; se me hicieron tan pesadas, inútiles, huecas, tontas. Los seres humanos somos tan hipócritas, lo somos hasta que tenemos la madurez suficiente como para ser lo que realmente somos. 

Y es que una cosa es hacer lo que siempre quisiste pero no tuviste oportunidad de hacer y otra totalmente distinta es hacer aquello que voluntaria y fervientemente rechazaste o incluso te juraste a ti mismo, o a alguna fuerza superior, jamás hacer.  Y por qué hacemos esos juramentos tácitos? Fácil! nadie quiere ser "El Malo de la película". Al buenito herido al menos le queda el consuelo de los curiosos o el homenaje de los deudos. En cambio, al malo no hay benevolencia que le cubra las espaldas ni honor que llene su memoria. No hay forma. 

Yo pregunto: puedes definir a ciencia cierta qué es Bueno y qué es Malo? Es posible que nos ciñamos a los mandamientos, la moral o marcos legales pero: Cuál es el preciso momento en que algo es verdaderamente Malo para ti? Si es así, de qué michi nos estamos corriendo entonces?! Sabes al menos a ciencia cierta qué es lo que tanto estás cuidando? A ti? Para empezar, puedes si quiera estar seguro de quién eres tú, que existes? 

Recuerdo una vez más aquellas conversaciones con R. las mañanas de los sábados cuando tenía yo 8 o 9 años. Me decía que todo lo que hacemos los seres humanos no es más que una especie de coreografía, como una representación de una obra que se reproduce en la mente de alguien más. Que todos estábamos durmiendo, soñando y que este sueño era tan grande y repetido que había llegado a volverse como un magma, había empezado a tener color, sonido, peso, aroma y textura que casi hasta nos parecía real. Un sueño que todos hicieron tan denso hasta llegar a confundir ese sueño con la realidad, sin embargo poco a poco las personas habrían de despertar. 

- Entonces, me estás diciendo que es posible que no existamos? - preguntaba yo 
- Tú lo has dicho – respondía R.

El Dragón de la Desnudez viene a tu encuentro cuando decides explorar tus propia oscuridad en el infinito vacío las sombras. Un vacío cuya oscuridad puede ser tan profunda y densa que sientes que lo llena todo. Cuando tienes el coraje de adentrarte en ellas, Tus Sombras; aparece un pequeño resplandor en el corazón de ese divino abismo como una diminuta estrella, es el destello de la punta de las garras de este Dragón que son tan filudas como punta de diamante. Extiendes la mano porque sabes que no puedes resistirte ante su poder, y es que su poder es la Verdad; comprendes así que hiciste todo ese viaje a la Oscuridad porque estabas en busca de la Verdad, nada más que la Verdad. Entonces la punta de tus dedos se toca con la de sus garras y este impacto genera un destello que se expande cual bomba atómica, es en realidad tu propio Big Bang. La purificación más grande que pudieras experimentar y cuando se desvanecen las cenizas, estás listo para el Edén.

Así, tras haber sido oveja y lobo, pude entonces desnudarme y andar con mi propia piel. 




lunes, 4 de septiembre de 2017

Dragón #31: El Desapego

Recuerdo ponerme el calentador debajo de la pijama, guardar mi ropa doblada dentro de la mochila para no perder nada, puesto que no fue muy bacán darme cuenta de que no traía más conmigo la bendita cámara de $400+ que se suponía me acompañaría para registrar este maravilloso viaje. No tenía la más mínima idea de si me la habían sustraído de la mochila en el bus mientras dormía, si la cogió alguien al desembarcar o si simplemente yo me enredé con mis paquetes y bajé suponiendo que la tenía dentro de mi mochila (olvidando que yo misma la había sacado al iniciar el trip, para que pueda caber en el compartimiento). 

Luego de apagar la luz, acostarme en ese colchoncito sobre el suelo, sin tarima; me dejé simplemente caer boca arriba para encontrarme de un porrazo con un techo negro como mi futuro, no podía ver nada alrededor mío en aquella habitación ni tampoco sentía nada en mi interior. No lograba sentir nada, es como si hubiera optado por anestesiarme, quise entender cuál era mi posición en aquel momento de mi vida, era un capítulo completamente diferente. Ningún borrón ni cuenta nueva había pesado ni calado tanto en mi como aquél. 

Hice un repaso mental de los últimos 4 años hasta ese entonces y llegué a saberme familiarizada una vez más con el bienestar engañoso que produce la inconsciencia, el no saber, el no temer, el no sospechar, el no ver, no querer ver. Luego aparecía a mis pies un tremendo agujero negro que me succionaba por un espiral estrepitoso mientras todo lo que yo conocía como "mi mundo", se quebraba en miles de pedazos de cristal que se estrellaban contra mi, hiriendo mi piel, quebrando mis piernas, entumeciendo mis manos, sellando mi garganta mientras seguía cayendo cuesta abajo en remolinos interminables de dolor y confusión hasta finalmente caer de espaldas contra el suelo y encontrarme en aquella habitación de la cabaña de Urubamba, con mi ropa bien doblada dentro de la mochila para no perder nada más. Ya no más por favor. 

Había pasado poco menos de una semana en la que había terminado un capítulo de mi vida que jamás creí que se podía acabar, mucho menos cerrar y muchísimo menos que pueda ser yo quien decida hacerlo. Simplemente no entraba en mi cabeza cómo puede alguien despedirse de aquello que consideró lo más real, puro, verdadero y luminoso en su vida entera; y seguir viviendo así... sin vida (puede sonar medio a Arjona, pero en verdad así me sentía). Simplemente no podía entenderlo, no acababa de asimilar que esta era mi nueva realidad. Era una interminable paradoja. 

Dolía, dolía como mierda pero es como si con cada gemido de dolor tomara bocanadas más extensas profundas de oxígeno. Volvió nuevamente el miedo, el pánico encarnado en palpitaciones, tos, escalofríos, no podía llorar, estaba congelada y no tenía lágrimas, simplemente no era capaz de producirlas ni tampoco tenía fuerzas para llorarlas. Creo que yo era toda una lágrima y temía perderme a mi misma si me permitía llorar.

Estaba acabada.

El Dragón del Desapego tiene una garra más larga que la otra, con ella se extiende hasta llegar a tomarte por los tobillos, alzarte y agitarte en el aire mientras todo lo que posees se desprende, tus bolsillos se vacían, tus tesoros simplemente caen por efecto de la gravedad mientras tú impotente tratas de cogerlos en el aire, salvarlos del abismo, sin ningún atisbo de éxito en medio de estruendosas carcajadas del Dragón durante un tiempo que parece ser eterno y que solamente acabará cuando dejes de luchar y simplemente dejes que se caigan las cosas a las que tanto estás apegado de una u otra manera. No hay que vencerlo, sólo dejar que te transforme.

Cuando dejas de luchar, los bamboleos se vuelven danza, las carcajadas pueden llegar a parecer silencio infinito, la pérdida pasa a ser liberación. Entonces te das cuenta que para ponerte de cabeza y desprenderte de tus apegos, el Dragón tuvo que elevarte a un nivel más alto del que estabas en un inicio y que así, de cabeza, no hay diferencia entre arriba/abajo, cielo/tierra; no hay límites. Apenas sucede esta Autoliberación, el Dragón te suelta, y saldrás impulsado tan lejos como tu corazón desee a un nuevo paisaje, un nuevo amanecer, un nuevo Tú.

Giré y me puse de costado mirando hacia mi derecha, entonces pude contemplar (a través de la gran ventana que estuvo allí todo el tiempo y que recién obtuvo mi atención) un inmenso, brillante y despejado cielo serrano estrellado como nunca lo había visto antes. Y así me permití llorar, pero no de tristeza, era llanto de recién nacida, de re-nacida.

Estaba por reiniciar.







Re- Intro

Este año cumplo la cliché Edad De Cristo pero al ser la edad que tendré, pasa a ser una Verdad. 

Por esto y mil razones más que no voy a explicar, es que declaro oficialmente inaugurado este espacio de los 3 Dragones que se unen a la colección.