domingo, 22 de junio de 2014

Infinito

La primera vez que tuve contacto con un Mandala fue hace como 2 años. En realidad fue la primera vez que oí esa palabra.

Estaba yendo por mi paseo postguardia, habitual en aquellos días de verano: Salir de casa- tomar un bus hacia Barranco - bajarme en la Plaza - ir por la bajada de baños - ignorar a los jaladores de los restaurantes del camino - cruzar esa mini plazoleta al borde del peñasco - cruzar el puente peatonal - caminar - llegar hasta la zona de bañistas más próxima - quitarme los zapatos y remangar el pantalón - mojar mis pies en el mar - voltear a ver en lo alto el mirador donde una tarde me dieron uno de los besos más bellos de mi humilde historia - voltear nuevamente a ver el mar - silencio - pausa - retirarme del mar - ponerme los zapatos - media vuelta.

Aquel día estaba con un vestido verde con full dibujos, así que no necesité el paso de remangar el pantalón. Me había peinado con dos trenzas francesas ya que aquí en esta ciudad mi pelo se pone super cariche y más aun a orillas del mar.

Estaba regresando por la plazoletita que queda al finalizar el puente peatonal que va por la autopista cuando un joven Sr Tanozo me miró, yo lo miré, me sonrió, yo le sonreí.

- Buenos días - me dijo
- Buenos días - le dije

Fue tan natural y tan cortés que simplemente sentí que lo anormal sería no saludarlo. Curioso recordar y pensar ahora que era un chico de ojos castaños, no usaba camisa, estaba descalzo, sus tanas eran enormes, sus labios estaban partidos por el sol y sus manos eran toscas, su acento era Chileno. Quizás sólo fluíamos cual ondas de mar.

- Qué tal estuvo el paseo? - me preguntó
- Lindo como siempre y como nunca - respondí

Me dijo su nombre, no lo recuerdo, no sé por qué.

Después caí en la cuenta que vendía artesanías en la plazoletita, estaba en su break y luego me mostró lo que vendía. Eran cosas muy lindas, de hecho compré un collar para mi mejor amiga francesa, una pulsera de cuchara y otra de tenedor. Para qué, su trabajo era hermoso.



Por lo general, y más en esas épocas, no me hago problema de conversar con desconocidos. Salvaguardando las condiciones y las circunstancias, claro. Mensaje a las niñas: no se debe hablar con desconocidos.

Estaba contándome sobre las piedras, cómo se llamaban. Yo como siempre preguntando primero por lo azul. Ahí supe que el lapislázuli es lapizlázuli. Vino un señor a venderles refresco, se compró uno y lo bebió. Me alivió verlo remojar sus labios resecos. Para ser sincera me daba ganas de conseguirle un sombrero, bloqueador y también un polo. "Cuántos tomates necesitará al final del día para sus insolaciones? Se pondrá tomates?", yo pensaba.

Después vino un chico que pasaba de stand en stand ofreciendo "algo" que yo no llegaba a ver. Cuando pasó por el "stand" de mi amigo, sólo lo saludó. Luego el Sr Tanozo me comentó que ese chico vendía drogas.

- Yo no fumo - me dijo

Yo le creí. Después de todo, la gente dice que los médicos no somos artistas y eso es falso. Por qué el Sr Tanozo no podría ser abstemio?

- Estoy emprendiendo una búsqueda - dije de un momento a otro, como si las palabras estuvieran brotando cual espuma marina
- Lo sé - me dijo - hay un libro que deberías leer, se llama "El libro de la mujer" de Osho. Creo que te podría brindar algunas pistas

No me alegró mucho su respuesta. Hacía muchos años me había quedado con la idea que ese autor era pagano y me había hecho la promesa firme de no leerlo. Pero estos tiempos soplaban vientos distintos así que consideré la posibilidad de algún día buscarlo y leerlo.

Entre todas las cosas que vendía, una especie de dije llamó mi atención particularmente. Pero como sucede muchas veces, pensé que podría volver después por él. Ya cuando me fui a despedir, nos dimos las gracias mutuamente y antes de irme, cogió justo el dije que yo había visto y que me gustó tanto.

Ese día (su mano)

Yo pensé "Oh, celeste, lila y azul como mis colores preferidos" y en eso él me dijo que eso era un Mandala, que era especial y para él representaba que nada es al azar, que puede haber un caos perfecto, que todo está relacionado. Luego me lo regaló. Ahora ya no sólo me parecía un "dije" bonito, sino que tenía además un significado misterioso y yo soy algo así como un monito curioso, cual George.

Al despedirnos me dió un papel con su teléfono y me dijo que lo llame cualquier cosa. Nunca lo llamé y después, para empeorar las cosas, el papel se perdió. En mis paseos posteriores lo volví a ver un par de veces, sólo nos saludábamos con un gesto y una sonrisa, como si supiéramos que todo estaba igual pero que a la vez algo cambió. No volvimos a conversar como aquella vez, tampoco creo que bastó. Luego vino la ley del orden por esos lares y actualmente ya no hay esa "mini feria". Esté donde esté confío y deseo que él estará bien, una persona muy honesta no puede hacer otra cosa que encontrarse con su estrella.

Hoy (mi mano)
Dicho Mandala tb me ha acompañado en las mudanzas y no por el recuerdo del Sr Tanozo en sí, sino porque me recuerda los primeros pasos hacia un descubrimiento maravilloso. Mágico? Quizás.




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