miércoles, 8 de mayo de 2013

Ciclos de Vida


Archivo 17/10/12

El otro día veía en la clase de Marketing una diapositiva donde explicaban el ciclo del consumidor según las etapas de vida. Fue tan triste. Todo lo que una persona anhelaba, planificada, añoraba en una etapa era alcanzado en otra donde le faltaba algo que poseía en la etapa anterior. Mientras, lo que no faltaba en todas las etapas eran las responsabilidades correspondientes a cada una. Ahí estaba en una sola diapositiva resumida la ridiculez del pensamiento humano para la vida sobre esta Tierra. Los ojos puestos en la meta, nunca en la carrera, nunca en el paisaje.

En el cole nos enseñaron: el ser humano nace, crece se reproduce y muere. Donde quedó o donde entra el “VIVE”? O es un verbo tácito, se sobreentiende; pero vaya qué fácil se olvida. Y el “ama”? Somos animales degenerados, porque los animales de verdad son los que más viven porque no saben que van a morir. Nosotros, sabiendo, deberíamos vivir mucho más. Puede que sea como el caballo que corre con la zanahoria colgada en la frente o como el perro que se persigue la cola; todos nos levantamos de la cama todos los días. Nos mostramos muy apurados, muy interesados como si fueramos a emprender la misión y lo más importante que tendríamos que hacer. Como si estuviéramos por emprender la batalla de nuestras vidas. Pero a donde van? A donde vamos? Estamos despiertos o es que simplemente en modo automático? A veces creo que las personas mismas nos programamos a ir rápido para no pensar, no ver las cosas, no sentir. A veces es más fácil hacer lo que hacen todos o lo que se nos ha enseñado, llenar un espacio en la fila, cumplir con la etapa del ciclo de vida, consumir oxígeno.


Quizás es por esto que adoro madrugar para ir al aeropuerto e ir a verlo, mojar el baño, en medianoche salir a comer un pastel de chocolate, dormir 12 horas, explorar los diferentes caminos hacia un orgasmo, dejarme lamer la cara por mis perritos (cuando me emociono mucho), aprender cosas difíciles o disfrutar el alivio que se siente después de tirarme un pedito. En esos momentos se libera mi batalla por ser feliz, estoy pisando tierra. Si viviera en pos de una causa, quizás no llegaría a vivir nunca. Siento que no me falta nada. Después de todo, estoy precisa y exactamente en el lugar y momento donde toooodos mis momentos vividos me llevaron a estar. No hay otro lugar para mi, yo llegué aquí.

No quiero cumplir los checks de ese ciclo de vida del libro de Ciencias Naturales ni el del consumidor según mis clases de Marketing. Las personas debemos dia a día luchar la única batalla que realmente importa y esa es la de ser felices. Hagamos lo que tenemos que hacer, pero con los ojos en el presente. Sino pasará el día, el mes, la década, la vida! Y diremos, “Hey, ya se acabó? Y yo donde estuve?”. Quiero andar sin zapatos, con el pelo suelto, no preocuparme si mis aretes combinan, comer en la cama y dejarme acariciar hasta ya no más poder o simplemente no hacer nada. Ultimamente he aprendido a sentirme bien incluso sin hacer nada, debe ser porque la única forma de meditación es eso, la nada. No hacer ni pensar ni decir nada. Solo existir, solo ser. 

Luego ahí, en esa nada, puedo todo.





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