lunes, 27 de mayo de 2013

Tronco


Archivo 26/04/12

Hoy , que amanezco luego de una noche, noche en que tenías una presentación en Help, que escribiste mi nombre en un mural con tinta roja y corazones alrededor del mismo pero sobre todo fuiste mi compañero. Como aquella vez hace algunos meses atrás.

Me enteraba que a mi mamá le encontraron un tumor junto a la columna vertebral a los pocos días de que nos enteráramos todos que mi papá tenía cáncer de próstata. Quisiera sentir o evocar si quiera aquel comercial en que sale un señor del consultorio todo fresh y le dice a su esposa: ”No es nada, tengo cáncer” y luego la esposa suspira de alivio. No sé que tenía en la cabeza el que hizo ese comercial, estaba llena de utopía seguro.

Asimismo había acompañado a mi prima a buscar departamento y lo encontramos en un 2x3. Lo difícil fue animarnos a tocar la puerta porque por afuera no era muy bonito. Felizmente yo estaba un poco apurada así la animé para que entremos, pues que no iba a salir de mi casa por gusto, no? Me contó en el camino como era que decidieron venirse a vivir a Lima de un momento a otro, básicamente era porque su esposo habría logrado ir en busca de su sueño. Dejó la carrera de medicina para ser cantante de ópera, loco no? En el fondo me dio un poco de envidia, no por la ópera sino por ir tras los sueños.

Luego tomé el camino de regreso a casa, caminaba por las calles y de pronto sentía que donde vivía no era mi casa. Me sentí algo así como adoptada o una criada, viviendo con una mujer mayor que limpia frenéticamente todo utensilio que usa, toca o mira. Recordaba cuando hacía unos años atrás estaría a esas horas retornando a casa de la Universidad, llegaría, mis perritos me saldrían al encuentro, encontraría a mis papás y hermanos reunidos en la mesa para cenar. Subiría y tendría mi cuarto con ohhhh televisión y esa colcha rosada de florecitas que me hacía sentir la princesa de la casa. Luego todo eso se desvanecía como ese cuento de la vendedora de fósforos que veía y sentía recuerdos bonitos al prender un fosforo pero desaparecían al consumirse éste.

Cuando alguien hablaba de “Buena Suerte” yo me daba siempre por super aludida, “A mi siempre me va bien” suelo repetir. De pronto me había preguntado por que ahora me iba mal? Por unos instantes sentí que nada tenía sentido. Que estaba en el camino equivocado. Y si esto no es para mi? Y si mi lugar ya lo tuve y no lo vi? Sentí un vacío enorme, me sentí en el aire, me sentí perdida.

Yo sé que todos tienen momentos alegres, momentos tristes, momentos difíciles. Pero yo no distribuiré mi pesar en todos ni todos aliviarán mi sentir. Cada quien tiene un camino que recorrer, decisiones que tomar, retos por vencer, a veces tan solo vencerse a sí mismo. Es como una carrera con obstáculos, que haces? Te detienes? Te chocas? Te caes? Saltas? Los tumbas? Que haces? Que haces?!

Mientras hablaba contigo al borde de la piscina del edificio,  veía el agua recordé algo: Y es que en el pasado no ha habido momento alguno que haya sido realmente para mal. Así sea alegre o triste, al final siempre fue para bien. Solo era cuestión de tiempo para que pueda darme cuenta, la cosa era mantenerse de pie, atenta para ver como los obstáculos desaparecen o para saltarlos cuando lleguen a mi. Realmente me va mal o es solo una etapa? Solo cuestión de tiempo? Luego recordé que puede que alrededor todo gire y se retuerza, se deshaga y se rompa, se queme o desaparezca  sin que pueda evitarlo pero que hay algo que sí puedo controlar, y eso es mi voluntad.
Al dia sgte amanecí con deseos de afianzarme en el suelo y a la vez elevarme hacia el cielo y el sol, nutrirme, crecer y expandirme; como un gran árbol lleno de vida. Sentí un deseo de fotografiar mi tronco. No sé por qué tuve este instinto. 

“Alégrate, te está puliendo” 

Es uno de los enunciados que tenía en mi cuarto, una de las frases que en silencio se me presentaba cuando tenía dificultades cuando era mas chiquita. Quizás ahora me toque enfrentar tormentas, huracanes o derrumbes pero no me voy a dejar vencer. Ni por amenazas externas ni temores internos. Estas tempestades nos hacen recordar que estamos vivos, nos unen más, nos enseñan cosas, nos hacen crecer. Aun si me quedo sin hojas podré siempre volver a empezar, siempre habrá un mañana. Y si no lo hubiera entonces ya no tendré por qué preocuparme.

Finalmente comprendí que yo tb dejé mi ciudad en busca de mi sueño, estoy realizando la especialidad que siempre quise, estoy viviendo el amor que siempre desee vivir, tengo edad, intelecto y capacidad suficientes para cuidar a mis papás cuando más nos necesitan, mi roomate tiene como inquilina a la única persona capaz de comprenderla y soportarla, hay pacientes que no hubiera conocido o ayudado de no haber estado aquí, nunca hubiera probado el yoga, no hubiera estado aquí para darle impulso a mi prima recién casada a encontrar departamento, no hubiera sentido y compartido tantas veces la mano de Dios guiándome, cuidándome, dándome cariño durante la neblina o la tormenta.

No quiero olvidar esto, por eso lo escribo. Y lo comparto contigo porque quiero q tu también lo recuerdes y me lo recuerdes si es que lo olvido. El miedo paraliza y básicamente es porque no nos deja pensar claramente y recordar estas cosas. Asimismo lo comparto porque esta también soy yo.


Ya hoy, 25/4, recordé q no había acabado este mail porque no sabía como hacerlo. Finalmente hoy se me dio por averiguar de los chakras. Descubrí que el tercer chakra corresponde al plexo solar y se encuentra ubicado justo ahí, entre el ombligo y el inicio del esternón. Este es el chakra de la voluntad, la fuerza interior, que irradia sensación de control hacia el resto del cuerpo. Ahora entiendo el por qué de esta foto q no la tomé yo sino mi subconciente quizás para hacerme recordar que la fuerza y las respuestas están dentro de mi, en mi core, en mi nucleo. Aquella parte de mi que las cosas externas no atacan sino que la alimentan. Que aun si me ponen de cabeza y todos mis segmentos se muevan, así como el esquema ese de da Vinci, mi tronco permanece constante. 

Yo voy a ser constante, ya no porque tenga que serlo sino porque he decidido serlo. Pero sobre todo, porque confío que Dios me dará la fuerza que necesito, como siempre lo ha hecho. No lo voy a olvidar. 

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