lunes, 6 de mayo de 2013

Semilla



ARCHIVO 21/02/2012

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"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos"   

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Se acabó el bullicio. Ya toda la ropa está en el closet, los neceseres conteniendo artículos de belleza y cuidado personal estaban en la cabecera, los aretes ya colgados en el parante celeste que unos años había pintado en una de esas visitas de 3 días que hacía a mi tía de Lima. Bueno, a tomar agua y a que más? q mas se puede hacer? Eso, ver por la ventana y... pensar? no no mejor sigamos ordenando los libros, los cuadernos, uy cuantos lapiceros. Ya no hay mas que ordenar. Me paro al costado de la cama y me quedo mirando por la ventana. Y entonces se asoma eso que quiero evitar: el pensamiento. Me senté al borde de la cama y de pronto se vino el desfile de imágenes pasadas. 

Recordaba mis relaciones de colegiala. Aquellas en las que eras amiguito entre las clases, te bromeabas en el camino al aula de inglés y se te declaraban en el recreo o algún cumpleaños; para que cuando ya eran "enamorados" solo nos veamos en el colegio. Nunca al cine, al parque o la calle. No estuve con nadie más de 3 semanas. Recuerdo al niño bonito que nunca me tomo la mano pese a que estábamos, o cuando estuve con JP, que no hablábamos de nada mas que de pura broma y a las 2 semanas la relación no sobrevivió al aislamiento al que nos vimos todos obligados luego del terremoto. Cuando salí con ese chico de cabello largo que parecía un Ken pero no dejaba q tome su mano si me había amarrado las zapatillas instantes antes, o como el que pedía foto carnet supuestamente para ponerla en su billetera pero en realidad lo que hacía era un álbum de sus ex (Calígula-style). 

El último de esa extraña fauna fue el que estaba en la pre de verano para ingresar a Medicina y alcanzarme (yo había ingresado en la pre de abril anterior, cuando aún era colegiala), él era fan de Nsync pero de todos mis enamorados formales, fue el único q osó proponerme tener sexo y yo le respondí decididamente: Para que tengamos aaaalgo tienes que esperar 8 años: que son 6 años de carrera, 1 año de internado y 1 año de SERUMS. Ya cuando seamos residente nos casamos y ahí podremos estar.

En esa época no sentía deseo real por los hombres en forma sexual, pero me excitaba con las novelas eróticas y me estimulaba con un cojín. Increíblemente aceptó el reto, digo increíblemente porque a esa edad uno no está planificando el año de su boda, pero bueno, supongo que estaba o muy enamorado o con muchas ganas de hacerme caer. Era verano, así que me fui una semana a la playa con mis tíos y cuando volví lo encontré fumón y borracho, se había retirado de la pre aduciendo que yo lo abandoné primero (es q a la playa que fui no había teléfono y el celular recién estaba saliendo a la luz, fueron 7 días sin contacto). 

Así fue, así fueron. Algunas de las pocas referencias que, según yo, me habían dado bagaje suficiente para decir q ya estaba lista para una relación seria y duradera en adelante. Eso me vendría bien. Y vaya q la tuve, pero olvidé pedir una relación feliz. Pequeño detalle. Y "llena de amor, complicidad y mutua comprensión" también hubiera caído muy bien. Es como ese chiste del hombre q encuentra una lámpara mágica, la frota y cuando sale el genio le pide q el miembro le llegue hasta el piso; y el genio le corta las piernas... cruel. 
Ahora estoy aquí, mi mente se quedó en silencio, que curioso: me acababa de mudar. Por primera vez vivía sola. Me hice adulta esta tarde y yo recién acababa de darme cuenta. Creo que eso era lo que no quería ver. 










Afuera sonaban los carros de la avenida y por la ventana entraba la luz de los semáforos ya que, por fines circulatorios, la avenida sincroniza todos los semáforos de un mismo color a la vez. Por dentro, el cuarto apagado. Yo, sentada de espaldas a la ventana mirando hacia la puerta, salí y me senté en la sala a contemplar la gran puerta de vidrio que da al balcón y permite ver toda la ciudad, al menos el lado "bonito" de la ciudad porque si la ventana hubiera dado al otro lado en vez de tener a Miraflores, tendría al Centro de Lima como vista.  

“Estoy haciendo lo correcto?”

Quizás este sea el acto más maduro y certero que realicé en mi vida o quizás el más infantil y estúpido. A mi lado derecho el silencio y a mi izquierda la incertidumbre, por primera vez me veía ante la gran pregunta

"Qué quieres hacer TU ahora?"

Me veía ante la gran tarea de pensar y hacerme cargo de mi misma. Años, meses, semanas, días antes hacía, comía y opinaba lo que las personas a mi alrededor hacían, comían u opinaban. Cuando fue el punte de quiebre?

Años atrás ya había notado estas cosas. Cuando sientes que un pordiosero tirado en la vereda puede ser un magnífico mensaje a través de un retrato, cuando entendí q las personas más sabias no necesariamente son las que más saben, cuando soñaba con que una persona puede ser lo que quiera ser: prostituta y maestra, cocinera y arqueóloga, cualquier cosa!, q uno puede pararse de cabeza y nadie tiene por qué decir nada, que no hay una sola forma de hacer las cosas, que tenía talentos que estaban abandonados, ignorados, que tengo mucho que dar, que expresar; que me gustaba, corrijo, me encantaba el sexo, que quería explorar todo tipo de juego mecánico, que no quería casarme... No con él. Quería una bella boda, una bonita familia, tener alguien a quien esperar en casa, quería ser la esposa de un buen hombre. Quería ser una buena mujer. No estaba enamorada. Estaba ilusionada, inseguramente asegurada; con cariño sí, pero no segura ni enamorada. 

Por qué no hablé? Por qué no me escuché antes? Entendía que los demás no lo hicieran porque ellos nunca supieron de ello... pero por qué no me escuché a mí misma? No confiaba en mi, no quería reconocer que yo era otra persona, con otros planes, otros sueños, otros deseos distintos a los que me enseñaron que eran los apropiados o los correctos. En el fondo tenía yo la idea de que si vivía sola o daba rienda suelta a mis deseos e instintos más ocultos (y no sólo los sexuales) probablemente acabaría sola, pobre, herida, triste, enferma; quizás hasta muerta. Más seguro y constructivo era callarme, ignorarme. 

Vivía en una calmada irresponsabilidad. Estaba vegetando. Y todo por temor a que mi corazón o instintos estén equivocados y cuando eso pasara, cuando el error llegara yo no querría asumir las consecuencias de mis actos. Eso era! Viví 25 años de puro escapismo. Digo 25 porque el último año fue el año del vómito, la realización. Ese en el que te enfermas de ti, te hartas de las cosas q haces, que te miras al espejo y no sabes quién eres, cuando te das cuenta q no estas donde debes estar. Y lo q es peor, cuando me di cuenta q no hacía nada al respecto. Estaba yendo cuesta abajo en una carretilla con una piedra en el regazo, por voluntad propia. 

Este año vino por tener la oportunidad de estar sola la mayoría del tiempo, cuando ya no encontraba el afecto o la certeza desde mis padres, profesores o compañeros sino solo de las cosas q yo hiciera. Lo q pensara, lo que creara. No hablar me hizo expresarme por las fotos, decoración y demás cosas. La reafirmación la logré hallar en mi, sí. Pero cuando estaba sola.

Cuando él venía aparecía el ensimismamiento otra vez. Yo había cambiado ahí en esas 4 paredes a través del arte. Mas q cambiar, volví a ser lo que siempre y nunca fui. De pronto entendí muchas cosas. El momento más doloroso no fue aquel en que no me sentía amada, sino cuando entendí y acepté que yo no amaba. Que había jurado amor, había unido mi vida a alguien por temor a comprometerme con mis sueños, mis instintos, mis anhelos. Él no era malo, pero no era para mí. Yo no era para él, ni si quiera era para mi misma, yo no era real, era sólo cáscara.

Estaba completamente vacía. Ya no era vegetal, me había secado, había pasado por el otoño, deje q todas mis hojas se sequen, el tronco se durmió y luego vino el invierno. Me enfrié llegué a no sentir nada, mutismo. Solo ser un grano, una semilla. Y de pronto hubo un crujido, un quiebre, se rompió la cáscara. Me dolió mucho. Dolores por los que pasé y tuve q pasar para poder despertar. Fueron mis dolores de parto.

"El pájaro rompe el cascarón, el cascaron es el mundo. Quien quiere nacer tiene que destruir un mundo"

Cuando las luces del semáforo cambiaron de rojo a verde, recordé todo esto. De pronto esbocé una sonrisa en medio de las lágrimas. Estaba viva. Quizás...

Mis ganas de correr desaparecieron, de estar sentada en la sala pase a sentarme en la cama, MI CAMA. Miré al techo, miré la ventana, las luces cambiaban a rojo. 

Me recosté y sentí q ésta era mi habitación. Todo lo que había recorrido había sido para estar aquí ahora, en este espacio. Que al final había ganado. "El fracaso no existe" me habían dicho pocos días atrás, cuando fui a contarle a mis padres sobre mi separación. Esa noche salí a bailar sin pareja, sin seguridad, sin pantalla. Esa noche había me había liberado por primera vez de todo temor a estar sola. Me vi y me dije que yo bastaba para ser y estar. Que no volvería a ignorarme, que no despreciaría mis deseos ni mis sentimientos, que no me abandonaría. Esa noche había bailado sola y no me importó, igual me sentí la mujer más hermosa de la ciudad, la más amada. Ya no temía ser la chica sin pareja, era yo ya una unidad de 2 polos, de por si. 

Como decía en esa obra de Herman Hesse : 


Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad quien se lo proporciona. Sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello.

De pronto, al fin y al cabo ya había pasado la tormenta y ahora lo que había eran flores y la luz de un nuevo amanecer. Como el de la foto de este mail.  

C. me llamó inesperadamente, hablamos por teléfono como una hora, me dijo que si lograba vencer todo esto, al final sería mas fuerte. Estaría orgullosa de mi misma. Me llenó de paz, recordé nuevamente por qué estaba acá y me sentí orgullosa, me sentí fuerte, me sentí amada. Yo me amaba. Y lo mejor, amaba como nunca lo hice y como siempre soñé que podía hacerse. Era real! Existiría un mañana. Pero lo mejor de todo, ahora existiría YO. 

Y así, me quede dormida. Mi nuevo yo, en mi nuevo hogar.



























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