Una de las frases más existenciales de la vida la oí en un programa algo inesperado: Los Simpsons. Lisa se preguntaba si es que un árbol cae en un bosque donde nadie pudiera oirlo, realmente había caído? Y es que así sucede realmente, nada de lo que vivamos o hagamos existe realmente hasta que lo hayamos percibido y posteriormente hecho nuestro. Y no se trata que lo noten o capten primero los demás, un primo suele decir "Si no está en Facebook, no existe"; en algunos casos esto puede ser verdad, pero las cosas más importantes tienen que ser primero encontradas y experimentadas por uno mismo en silencio y soledad. Yo hablo de estas cosas ahora en público porque son del pasado y pudieran ayudar al presente de alguien ahora. Mi presente, ahora, no está en público.
Si le preguntaran a alguien de mi en los últimos años, habrán quienes sabrán poco o nada. Podrían verme todos los días, podrían verme 2 veces al año, ambas personas sabrían lo mismo: casi nada. La verdad es que me volví intolerante, quizás egoísta para lo socialmente aceptado. Mi mantra era algo así como:
"Si es importante para ti, no lo ultrajes"
De pronto pensaba que comentar las cosas más importantes sería el equivalente a solicitar una opinión, y pedir una opinión significaba poner lo más sagrado y querido para mi en una vidriera cual baratija. Mi primer año de relación con mi novio no ha sido público, mis viajes de la Maestría al extranjero tampoco, incluso la Maestría misma, mi viaje de especialización en el Residentado para nada y las formaciones espirituales, menos.
Además de la soledad publicitaria, estaba la soledad personal. Tuve la oportunidad de mudarme un año con mi hermano mayor por un tema familiar, pero el año anterior a ese y el siguiente, pude vivir sola, completamente. Vivía sola pero mi soledad pasó a ser una gran compañera, aliada y hasta sanadora. Es un cliché o suena un poco a canción de Ricardo Arjona "realmente no estoy tan solo..." O Alejandro Sanz: "Mi soledad y yo"; pero era algo así. Si por mi hubiera sido, me hubiera ido de mochilera o a retirarme a una montaña, sólo que era momento de cumplir mi sueño profesional primero.
Entonces, como no podía estar en sí en una comunidad hippie o una tribu salvaje, me acomodé lo más parecido posible: en mi depa no se admitían zapatos, el suelo estaba cubierto de esos pizos blanditos armables, usaba túnicas y en épocas de calor paraba desnuda con medias o una musculosa (es que se me enfría el estómago y los pies fácilmente), prefería las paredes blancas, vacías, sólo me acompañaban el cuadro de Calas que mi novio me regaló cuando empezamos y el recuadro de esa mariposa selvática azul disecada que compré la primera semana que llegué a Lima, persianas o stores claros, mi cobertor de plumas blanco o un quilt rosa pálido. En las noches sólo alumbraba una lampara, nunca podría estar en el lugar con las luces encendidas (de noche) y en las mañanas abría todas las ventanas y dejaría que todo se llene de luz. No tuve televisor por 3-4 años, no supe quién michi era Nicola Porchella (así se escribe?) hasta ahora que regreso a Arequipa y converso con una prima que me puso al día. No traía invitados, en verdad nadie nunca conoció mi casa por dentro (salvo mis padres, hnos y mi novio, claro). Una vez mi tía y mis primos fueron a conocer el primer sitio donde fui a vivir y cuando me dijeron "está súper, la piscina está paja", sentí que mi vivienda tampoco debiera ser para poner en un escaparate. Puede sonar extremista pero decidí no volver a traer visitas.
Qué estaba haciendo en ese entonces? No odiaba al mundo, no; menos guardaba algún tipo de rencor hacia nadie. En verdad sentía mucho amor por varias personas pero simplemente quería desintoxicarme. Al igual que mis paredes, mi ropa o mi cama, quería que todo sea simple, limpio, vacío... libre.
Luego esto también se aplicó a mi aspecto, de pronto mi maquillaje se limitó a un labial rojo. Hacía mucho tiempo que no usaba base, sombras, rubor, rímel o demás. Si mi cabello se enredaba, me sentía orgullosa. Entonces era sinónimo de que lo había dejado lo suficientemente libre o que había visto a mi novio ese fin de semana. Tenía un par de botines que fueron el único calzado que utilicé por el 2013, aún cuando estuvieron viejos, me recordaban los lugares y etapas por los que había pasado. Me sentía orgullosa de ellos por lo que habían andado y me sentía orgullosa de mi por estar orgullosa de ellos. Un mes llevé la cuenta y pude ir al trabajo con combinaciones diferentes todos los días utilizando nada más que 3 pantalones y 4 camisas. Comprar ropa nueva de pronto se me hizo algo virtualmente tonto. Y no por tacaña, me gastaba 4 veces ese dinero en capacitaciones, viajes con mi novio o visitando a mis padres.
La comida, la comida pasó a ser algo funcional, disfrutaba ir a comer a sitios ricos cuando tenía compañía, disfrutaba mucho la comida entonces. Más, cuando estaba sola, mi almuerzo o cena podría bien reducirse a palta, queso fresco, mandarinas, galletas de soda V y frutos secos. Lo cual no era para nada un castigo para mi, esas son las cosas que más adoro y podría comerlas todo el tiempo. Tenía una señora cerca al trabajo que hacía unos extractos súper sustanciosos, esos también me hacían el día.
De pronto, con el tiempo, empecé a notar que pocas cosas me interesaban, y que justamente esas pocas cosas eran suficientes. Eran muy sinceras, muy valiosas, muy buenas, eran sanadoras. Abracé esas pequeñas cosas y las amé.
La kunzita es una piedra extremadamente espiritual. Simboliza la exteriorización de la alegría y el regocijo sereno, en forma de pensamientos y emociones. Representa la corporización del amor a uno mismo, extendido incondicionalmente hacia todo lo que nos rodea, sin exigir absolutamente nada en compensación. Es una las tres piedras basales del chakra cardíaco y su misión en la Tierra consiste en la exaltación del amor hacia uno mismo y su exteriorización en sus manifestaciones físicas. Su energía traspasa las fronteras de los bloqueos emocionales, innatos o adquiridos, para permitir la revelación de la auténtica pureza espiritual, íntimamente ligada al cuarto chakra.
No se trataba de razgar mis vestiduras, rociar ceniza en mi cabeza o vestirme de negro con ropas ásperas, como se lee en la Biblia cuando alguien quería manifestar su dolor. No, en este caso se trataba de una purificación, una depuración física, mental, material. Me estaba vaciando, borrando, quitando aquellas cosas que en verdad no me definen. Se fue toda la cáscara. Sabe Dios cuán bien me hizo soltar tantas cosas materiales que ocupan la mente y no hacen otra cosa que quitar los ojos de encima a lo que realmente importa: el Espíritu.
REALIDADES PRÁCTICAS
- Ve a tu clóset y pregúntate: Realmente cada blusa/polo necesita tener un collar/hebilla/zapato/calzón/pantalón que le haga juego?
- Camina descalz@ si quiera un par de días a la semana
- Desecha de tu habitación aquellas cosas que no utilizas y dáselas a un reciclador o familia humilde que las pueda necesitar. Sabes que no necesitas conservar la servilleta de cuando fuiste al cine por primera vez con tu (ahora) ex #4.
- Intenta no usar maquillaje, a los chicos les diría que porfa no dejen de usar desodorante.
- Ve menos televisión, lee más. Mejor aún, piensa más.
- Trata de no desesperarte con el Black Friday, Cyber Monday, Días R, Días de Liquidación y demás tonteras.
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