05/09/2015
Gracias a Dios el viaje a Lomas fue mucho mejor de lo que esperaba, comí rico, descansé, medité, escribí, me envolví de soledad. Siento que esta soledad que me rodea será una gran compañera, consejera y sanadora.
Hoy tuve una cita con el Astrólogo del que oí hablar muchas veces pero a quien finalmente me animé a conocer hace aproximadamente un mes, tras haber vencido mi resistencia a hacerlo. Llevo ese tiempo aprendiendo Cosmobiología con él y en la playa logré hacer la tarea de ubicar los planetas según los grados en 15 Carta Natales. Me vieras con la calculadora y mi cuadernito de tapa índigo en la playa.
En otro tiempo hubiera dicho "Astrología? What?" Y no es de sorprender ya que en los programas de televisión o diarios se habla del Zodiaco de una forma súper comercial y poco seria. En realidad no es algo que hubiera elegido por iniciativa propia desde un comienzo, de no haber sido por el Hombre Macedonio.
En Hawaii hicimos una sesión de Vidas Pasadas con el fin de explorar una vida Raíz en el campo de la Sanación, es decir una de las primeras vidas en las que hayamos tenido vínculo con el Misticismo. Se nos advirtió que ello podría acabar en escenas grotescas y dolorosas como las de La Santa Inquisición por lo que me encomendé a mis Guías para que me orienten sobre cómo proceder si es que eso me sucedía y poder continuar con el proceso de la mejor manera.
Me recosté en la cama, empezamos la inducción. No tenía idea de qué esperar, era como la anticipación a ver una película cuyo estreno vienes esperando hace mucho: has visto algunos traillers, no sabes en que acaba o cómo se desenvolverá todo pero sabes que tarde o temprano conocerás el desenlace. Entonces se abrió el campo, atravesé la cueva y empezó la primera escena.
Aparecía yo, en una especie de cantina, era un hombre de unos 40+ años, alto, fornido, de piel tono olivo, vestía ropas oscuras a manera de una capa o manto, en el costado llevaba una alforja y del cinturón colgaba una espada. Sabía que esperaba a alguien, iba a reunirme con colegas o colaboradores, sentía en mi corazón que haríamos algo de suma importancia. Mientras, mi mano asía y jugaba con un objeto que yacía en mi alforja, sentía una conexión muy especial con este artefacto. Llegaron los otros 3 señores, entonces se presentaron y comprendí que sería yo quien presidiría el acto.
Nos dirigimos a un Templo de Piedra con un agujero en el techo y a través del cual ingresaba luz de Luna en linea recta hasta descender sobre un cúmulo de rocas dispuestas a manera de altar. Nos pusimos en círculo bajo esa luz y estiramos una mano, ofreciendo cada quién lo que traía; finalmente entendí que eran nuestras herramientas, nuestros Tesoros. Uno sacó una especie de ceniza o polvo, el segundo un metal líquido y el otro un tipo de tela áspera. Yo saqué el objeto de mi alforja, era una piedra opaca, parecía ser de madera u ópalo. Entonces juntábamos nuestras ofrendas, yo sabía que estábamos creando algo muy poderoso, pero no lograba comprender de qué se trataba.
Cambiaba de escena y de pronto había mucha destrucción, yo era quien la ocasionaba. Hacía conjuros, prendía fuego, asesinaba gente en nombre de un Dios o Creencia particular. Sentía mi corazón totalmente enardecido, destruyendo con inclemencia todo alrededor como ofrenda, con mucho amor en nombre de algo o alguien invisible que era lo que daba sentido a mi vida. Mis rezos y oraciones las recitaba con mi espada, y estas hablaban de destrucción, muerte y conquista.
Aparece entonces una nueva escena: Estaba en un parque, me encontraba desolado, había algo que me atormentaba en sobremanera, veía el paisaje y no lograba sentir nada más que un pesado hoyo negro en el centro del pecho, donde alguna vez latió un corazón. De pronto, vi bajo un árbol a este niño de unos 11 a 13 años, con túnicas blancas, cabello claro y ojos azul intenso que iluminaban todo alrededor, reía mientras conversaba con un grupo de gente que lo rodeaba. Levantó la mirada y se encontró con la mía, al momento dejó de sonreír y hablar, se puso de pie y caminó directo hacia mi. Conforme daba cada paso, mi mano iba asiendo el puño de la espada hasta lograr desenvainarla toda; él siguió acercándose sin detener o titubear el paso, su rostro era totalmente inexpresivo y sin embargo podía leer en su mirada que me había estado esperando.
Conforme se dirigía hacia mi, el corazón se inundaba de un insondable y profundo amor, de pronto podía volver a latir. Era como si hubiera encontrado a mi Salvador, mi Gran Maestro. Solté mi espada y rompí en llanto, él sonrió y me tendió su delicada mano a manera de invitación a que lo siga. Jamás hubiera podido decirle que no a ese maravilloso ser. Fuimos a una montaña, ambos permanecíamos callados y una vez que llegamos al pie de un árbol al borde de un acantilado, giró hacia mi y se desprendió de sus vestiduras. Entonces se mostró tal cual era, todo cubierto de brillos cual chispas incandescentes que brillaban cada vez más hasta irse fundiendo poco a poco en una sola estela; elevándose hacia lo más alto y hasta convertirse efectivamente en una estrella. Mientras podía oír su voz diciéndome al corazón:
- Viajo a través de los astros, desde un punto hasta otro en el Universo, dibujando a mi paso trazos que te ayudarán a interpretar las cosas. Luego escribirás lo que vas comprendiendo y verás que el Mundo sana de la mano de tu Corazón.
Y entonces me posicioné en esa montaña, contemplando el firmamento y de pronto sentía que todas esas estrellas eran guías en mi camino, compañeras fieles llenas de sabiduría. Recordaba diferentes vivencias y entonces toda mi vida se ordenaba y cobraba sentido y en ese preciso instante me perdoné. Me purifiqué y entendí que mi fuerza provenía del perdón, del amor, de la fe. Esos serían entonces mis nuevos rezos y ofrendas a la Divinidad. Desde entonces comprometí mi vida a seguir y plasmar los trazos que hiciera ese Ser de Luz en el cielo. Lo amaba de una forma que daba sentido a mi existencia, encontré mi Misión y decidí aceptarla con lealtad y humildad: ser Guardián de su camino. Ello fue mi Redención y también mi más profunda felicidad. Saqué mi piedra de la alforja e hice un conjuro para poder permanecer así por muchísimo tiempo y vi como mi aspecto cambiaba de ser humano hacia un ser espectral. Miré hacia el suelo pidiendo alguna señal del lugar en que me encontraba. Apareció en mi mente
"Alejandría"
Había leído un libro como un año atrás en el que hablaban de las Escuelas de Medicina en Alejandría, entonces pensé que quizás lo estaba trayendo a mi mente por asociación. Así que insistí en preguntar dónde me encontraba. Esta vez la respuesta fue:
"Macedonia, siglo IVa"
Luego terminó el Viaje. Una vez en el tiempo presente, investigué y encontré lo siguiente: "Alejandría fue fundada en el año 332 a.C. por el general macedonio Ptolomeo en honor de Alejandro Magno, rey de Macedonia. Tras la caída del imperio, Ptolomeo se esforzó en lograr para la nueva capital, Alejandría, el predominio, no sólo político y económico, sino también cultural. Él, y especialmente su hijo, Ptolomeo II, llamaron a sabios griegos y les ofrecieron una desahogada posición como miembros de una especie de comunidad religiosa, una academia radicada en el nuevo templo de las Musas, el Museion, a semejanza de la famosa escuela peripatética de Atenas, fundada por Aristóteles. El Museion estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación y la gran biblioteca formada allí a lo largo del siglo III a. de C. era sumamente completa.
Este lugar fue en su época el cerebro y la gloria de la mayor ciudad del planeta, el primer auténtico instituto de investigación de la historia del mundo. Los eruditos de la biblioteca estudiaban el Cosmos entero. Cosmos es una palabra griega que significa el orden del universo. Es en cierto modo lo opuesto a Caos. Presupone el carácter profundamente ínter-relacionado de todas las cosas. Inspira admiración ante la intrincada y sutil construcción del universo. Había en la biblioteca una comunidad de eruditos que exploraban la física, la literatura, la medicina, la astronomía, la geografía, la filosofía, las matemáticas, la biología y la ingeniería. La Biblioteca de Alejandría es el lugar donde los hombres reunieron por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo."
Hace unas semanas escuché de este señor Astrólogo e inmediatamente recordé este episodio de mi persona como el Hombre Macedonio. Es curioso que haya sentido tanta resistencia inicial a buscarlo o inscribirme a sus clases. Quizás algo en mi corazón sabía que si empezaba a leer y explorar las estrellas, algo se encendería y despertaría en mi, mi vida empezaría a cambiar. Quizás volvería a ir a la montaña, quizás empezaría mi cambio espectral... Finalmente decidí aprender a estudiar Cosmosbiología con este Astrólogo; entonces así seguramente podré continuar con aquella labor que me hiciera tan feliz en otro tiempo y que daba sentido a esa y tantas vidas más. He compartido ya algunas lecturas con el Astrólogo pero hoy fue nuestra primera entrevista individual
Llegué a su oficina, tomó mis datos y entonces calculó mi carta natal. Mi destino es trascender aquello que está limitado y considerado como establecido. Trascender la forma en que las personas se curan, encontrar una nueva forma de sanación y difundirla. Estaba ahí, la Luna en la casa de Acuario, mis dones para poder contactar fuera del patrón establecido por las bandas de tiempo y espacio y ser capaz de tocar diferentes momentos y lugares de las personas, viendo todo esto a través del corazón. Mercurio en trígono con Neptuno, Júpiter en conjunción con Neptuno y además Piscis en el Medio Cielo, el aspecto en la carta natal de los Profetas, según la interpretación que él me dió.
- Tienes un gran mensaje que ha de ser escuchado - me dijo.
- Tienes un gran mensaje que ha de ser escuchado - me dijo.
En otro tiempo hubiera dicho "Pero qué tal tontera".
Gracias a Dios, ya no soy necia como para no tomar estas cosas en serio.
No es que me sienta orgullosa de decirlo pero en verdad no sabía nada de la vida de Alejandro Magno, ni de Macedonia ni nada de los actos históricos acontecidos en esas fechas, a la hora de hacer la sesión. Justamente ahí reside la magia y la alegría de confirmar en el tiempo presente aquello que se ve en el sin-tiempo. Vale la aclaración.
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