martes, 2 de septiembre de 2014

Dragón #18: Los Hobbies

De niña, uno de los recuerdos que también me vienen con nostalgia, son aquellas mañanas en las que estaba a solas en el salón principal, sentada en mi mesita coloreando libros para ello, resolviendo los problemitas y tareitas que mi papá me dejaba cuando él y mamá se iban a trabajar. No sé bien qué edad tendría (quizás 3-4) ni si realmente estaba sola en casa, sólo me veo así en mis memorias.

Una de las cosas que más me gustaba pintar o dibujar eran papagayos. Me encantaba el poder usar full colores en su plumaje, el contraste de los colores y cómo se fundían tan agradablemente. Ve tú a saber si lo pintaba realmente bien, pero en mis recuerdos eran obras magníficas.

Cuando fui más grande, le agarré un gusto enorme a las flores. Mi tía abuela (Tota o Maria Antonieta)  era una mujer fantástica, elegante, cariñosa y por demás inteligente. Siemore procuraba que mi hermano y yo tengamos algún hobby. Sea que vayamos al Hotel de turistas a ver la tortuga de 100 años o coleccionar el album de figuritas de la naturaleza, super campeones o Candy.  Cuando iba a visitar a la casa de mi abuela paterna, me gustabampasar la tarde con ella. 

Durante las tardes, cuando el sol pinta todo de dorado, se sentaba en la góndola del jardín a tomar té en unas tazas de vidrio con diseños florales que parecían un caleidoscopio, cuando el sol refractaba   sobre ellas y el té que contenían. Luego cuidábamos las flores del jardín y me explicaba el nombre de cada una de ellas, las Dalias eran las que siempre me encantaba visitar. Quedaban al fondo del jardín, entonces cuando llegaba a la casa, solía saludar a todos y después me iba a verlas a ellas y me quedaba mirándolas por unos 10-15 minutos. Después volvía a tomar la leche. 

Ir a su dormitorio era para mi ir a la Isla del Tesoro. Me encanataba abrir sus joyeros, probarme sus aretes y camafeos. Claro que con ella presente y luego volvía a guardar todo y dejarlo como estaba. Después tenía dos challs (uno rojo y otro azul) de lana que tenían un tejito y forma que cuando te los ponías a la espalda, daba la impresión que eran alas. Yo me los ponía, subía a su cama y volaba cual papagayo (en mi imaginación). Saltaba y aleteaba como desaforada. Mi tía, a la que nunca vi con el cabello suelto o perder la compostura; reía con una ilusión y naturalidad cuando me veía hacer esto, que nunca me dijo nada por pisotear su cama.

A la hora del té, me sorprendía que mi tía Tota se lo preparaba y sin más se sentaba a tomarlo sola, no llamaba a todos ni tampoco esperaba que alguien esté para servirlo. Yo había estado con ella toda la tarde pero igual no me lo servía si yo no se lo pedía. 

Conversábamos de todo un poco y ya cuando tendría yo aprox. 10 años, noté que sacaba un juego de casinos y se ponía a jugar sobre la mesa. Yo ya había aprendido bastantes juegos de cartas con mi hermano porque habíamos encontrado en la biblioteca un libro antiguo donde encontramos varios juegos de cartas para mesa y también como hacer prestidigitación; pero el juego que ella jugaba, no lo entendía. 

Un día le pregunté como se llamaba ese juego, me dijo que Solitario. 

- Siempre deben haber cosas que disfrutes por ti y para ti. No siempre habrá gente que quiera hacer lo que tú haces y así tú no querrás hacer lo que a ellos. Es bueno que tengas aquello con lo que te des cuenta que eres única. 

Yo le pedí que me enseñe a jugar Solitario. 
No pudimos hacerlo, ella falleció un tiempo después, no recuerdo por qué nunca hicimos la clase de Solitario. Tampoco sabía que ella tenía un problema cardiaco. Dicen que cuando estuvo hospitalizada, en su última noche, despidió a todos para que vayan a sus casas a descansar, comprendiendo su pensar ahora me doy cuenta que ha de haber querido que su muerte sea su última jugada de Solitario. 

Ella no tuvo hijos, y nos enteramos que había estado casada años después de su partida porque apareció el ausente esposo a reclamar su herencia de viudo. Hay un antes y un después en la historia ancestral de mi familia oriental desde la aparición del esposo invisible. Bueno. 

Para honrar a mi tía es que me propuse siempre cultivar un hobby. Me ha gustado la metalurgia, la carpintería, la costura, la jardinería, tocar piano, he hecho bijouterie, cuadernos, lámparas, carteras, me he dedicado a hacer coreografías, escribir, fotografiar, explorar y también meditar. Con el paso de los años voy encontrando que muchos hobbies necesitan:

1) Tiempo
2) Soledad
3) Disfrute

Digo muchos y no todos, porque algunos se hacen con varias personas.

Y qué puede haber más sagrado que eso? Hacer algo sólo por disfrutar y por uno mismo es como abrazar la vida, es honrarae uno mismo. Es darse la oportunidad de abrir la caja de tesoros que Dios puso en nuestro ser, es como soplar la flauta de la vida y hacer que cante nuestra alma. 

El Dragón de Los Hobbies tiene un color amarillo, rojo y azul, como un papagayo. Viene sobrevolando como un recordatorio de que es hora de que cante tu alma. Y es que los hobbies no son "pasatiempos", no son para matar las horas o seguir distraído; los hobbies son "abrazatiempos". Es necesario tenerlos, así uno se conoce a sí mismo y puede divisar el Norte en la vida. Quizás la gente que labora mucho tiene sindrome de Burnout porque ya no puede detenerse a ver ese norte y entonces todo pierde sentido. Y no se trata de hacer cosas exóticas, caras o complicadas, tampoco de hacerlo perfectamente ni horas de horas. No hacerlo por esas razones es procastinar y llamar al dragón correspondiente.

Ser creativo no es un hobby, es una forma de vivir.






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