jueves, 4 de septiembre de 2014

Dragón #22: Escribir

R. Me dijo en una conversación que llevo escribiendo desde hace muchísimo. Mi primer recuerdo es a partir de mi profesora Sonia Salas, Dios la bendiga, cuando estaba en segundo de primaria. Hasta entonces era yo una niña que hoy en día reuniría criterios del DSM V para calificar como Niña con Trastorno de Hiperactividad y Déficit de Atención. Esta maestra supo identificar en mí algo que yo no hubiera podido quizás por cuenta propia. 

Hubo un concurso de talentos en el colegio y ella me instó a que participe. Yo decidí escribir un cuento. El cuento decía así: 

~~~*~~~ 
El Pez Mágico 

Había una vez una pareja de ancianos esposos, se querían mucho y también eran muy pobres. Vivían en una cabaña a la rivera de un río y el caballero solía salir a pescar. Un día, encontró un pez de oro macizo. Lo tomó en sus manos, lo contempló asombrado, lo metió a un saco y lo llevó a su casa para enseñárselo a su esposa. Cuando lo sacó y lo puso en la mesa, el pez les habló: 

- Sé de su nobleza y bondad, así también sé de sus necesidades y carencias. Pueden pedirme lo que deseen porque soy mágico y quiero ayudarlos.

Los ancianos se miraron desconcertados. Después de tantos años de pobreza, tenían la oportunidad de pedir lo que deseen. Luego sonrieron uno al otro y se dirigieron al pez:

- Queremos que te quedes a vivir con nosotros y que puedas aconsejar a cada persona que venga a esta casa sobre las mejores decisiones que pudieran tomar en sus vidas. Ciertamente somos pobres, pero somos inmensamente felices, quisiéramos poder ayudar a las demás personas que viven en la aldea. 

El pez brilló incandescentemente y les dijo:
- Soy dichoso de haber llegado a ustedes. Que se haga como desean. 

Y los ancianos colocaron al pez en un marco de cuadro y lo colgaron en la pared del ambiente principal de su casa. Las personas vinieron de todos lados a ver al pez y recibir guía para sus diferentes problemas, desde salud hasta el trabajo o las relaciones amorosas. Fue así que al poco tiempo el pueblo entero se volvió solidario, pacífico y armonioso. Nadie tuvo más que comprar ni vender nada, todos compartían lo que hacían y a su vez cada quien producía justo lo que necesitaba para su hogar. 

Al cabo de un tiempo los ancianos fallecieron, el pez volvió al río. Yo deseo algún día encontrarlo. 

~~~*~~~ 

Gané dicho concurso, pero eso no fue lo importante. De alguna manera y por procesos que recién comprendo ahora, ya estudiándolo como especialista en procesos del Aprendizaje,  escribir fue lo que finalmente me ayudó a salir adelante. Empecé a escribir cuentos porque sólo así sentía que podía entender la tormenta que tenía en la cabeza. No tenía penas o problemas, pero sentía que tenía mucho que expresar y antes de saber que tenía talento para escribir, me expresaba corriendo, saltando o rompiendo macetas.

Yo no escribo para dar consejos o decir a la gente cómo vivir o pensar. Qué responsabilidad! Yo hablo de mi experiencia y vivencia personal, de las cosas que me gustan, aquellas cosas que he comprendido o descubierto tras analizar diferentes aspectos de mi vida o la vida en general. A estas alturas lo hago más constante porque siento que hay personas que pueden estar pasando ahora por momentos por los que yo pasé y pudiera ayudarlos. No tengo que haber sido una sobreviviente al holocausto nazi, ser de Rwanda o haber padecido cual Afgana, los sentimientos son universales y todos sufrimos y aprendemos con diferentes experiencias pero el principio siempre es el mismo.

Hace un momento, mientras escribía el cuento, me emocioné hasta las lágrimas. Había bloqueado por completo recordar este cuento por algún motivo que desconozco. Recordaba que habían unos ancianos pobres y un pez mágico, ellos no le pedían dinero sino que lo colgaron en la pared, lo recuerdo porque hice un dibujo de esa escena. Al iniciar este post le pedía a R. que me ayude a recordarlo. Al terminarlo, tuve una Epifanía y caí en cuenta que precisamente el símbolo de R. es un pez. Yo reconocí a R. recién hace poco más de un mes pero veo que siempre ha estado conmigo.

De niña escribía simbólicamente sobre mi necesidad de mejorar, lo hice de forma inconsciente quizás y ahora, más de 20 años después descubro que efectivamente encontré dicho pez al escribir el cuento. Yo mejoré enormemente tras ese concurso. No por el reconocimiento, porque no recuerdo nada de la premiación, solo me recuerdo después en armonía y retomando mis estudios con convicción, dedicación y el orden necesarios para poder desarrollarme como persona y ser hoy por hoy alguien con herramientas para ir tras sus sueños. Cosa que no todos los niños con TDAH pueden decir. 

Es pues que este dragón tiene forma de pez. Es mi pez dorado que siempre me acompaña y que está aquí colgado con la esperanza que algún día suceda en el mundo como sucedió con la aldea del cuento. A decir verdad, muchas veces tengo que releer los textos porque no los recuerdo, antes pensaba que era casualidad o distracción. Hoy admito que muchas de las cosas que escribo son guiadas, antes no sabía por quien, ahora, desde hoy, comprendo que es R. Él es el pescado, mis textos son la pared.

Gracias Dios.






No hay comentarios:

Publicar un comentario