sábado, 9 de agosto de 2014

Dragón #2: La Justicia

Cuando uno empieza la universidad, te llaman cachimbo. Además de que eres el más calichín en la universidad, te pongan ese apelativo, te hayan tirado huevos, rapado la cabeza (si eres hombre), la incertidumbre por el futuro profesional, el estrés de las nuevas materias; tienes que asistir a una serie de actividades que habían organizado los alumnos del último año, para confraternizar. Esa era la tradición.

Mi yo de ese entonces estaba fascinada: más amigos! Periódicamente designaba un tiempo para hacer cartitas con stickers, lapiceros con glitter, y demás mariconadas, y luego las entregaba a los diferentes nuevos amigos y amigas que había hecho. Sí, mi hermano mayor toda la vida se burlaba cuando me veía haciendo esas cosas.

Dentro de esas actividades estaba la esperada Fiesta Cachimbo de la facultad de Medicina, cosa que era organizada también por los de 6to año. La principal "atracción" de esa fiesta era la elección de la Miss Cachimbo. Recuerdo que la elección sería en el aula, después de las clases de Bioquímica en el sábado. Vinieron los de 6to, se pararon al frente y pidieron que la gente mande sus candidatas. Así se nombraron a unas 5 chicas, entre ellas estaba yours truly, Johny Tedesco, osea yo pue. Como recién empezamos, no sabía de quienes eran los demás nombres de la pizarra.

Iban nombrando una a una, ella se paraba, la gente aplaudía y de acuerdo a eso le ponían un calificativo. Yo era la última de la lista. Valgan verdades, y no es floro, cuando llegó el momento de votar por mi; la gente se paró de sus asientos y empezaron a agitar los brazos como si fuera yo un cristiano en el coliseo romano o como si estuvieran alentando al Newpi. Entonces, hello! Era yo la Miss Cachimbo 2002. Recuerdo que ese día vestía ropa deportiva. 

Llegó finalmente la consabida noche de la Fiesta Cachimbo, ahí estaba yo con mi sexy vestido azul cielo con degradé lila (Véase mi post "Haz como la Hortensia"), mi moño, el Mister Cachimbo y guantes pero sin corona aún. Cuando llegó el momento de anunciarnos, se me acercó uno de los organizadores y me dijo que el chico encargado de comprar la corona, les había fallado y que no lograron comprarla. Me dieron un ramo de flores y entonces nos anunciaron como los Miss y Mr. 

Una puede que sea una taba, pero a la hora de los monos, a todas nos gusta que nos alaben el físico o  cualquier otra cualidad. En ese momento yo me sentí muy contenta de recibir halagos por mi belleza física, no lo voy a negar.

Pasaron unos días e iba a haber una Fiesta Cachimbo General, osea donde todas las Misses de las diferentes facultades se disputaban la gran corona de plástico y vidrios de colores. Yo no fui a esa fiesta porque al día siguiente tenía el primer exámen de Citología, el profesor de ese curso era el mismo que les había enseñado a mis papás y tenía un genio atemorizante y gracioso por igual. Como yo había ido a la universidad a estudiar y no a postular en certámenes de belleza, no fui a la fiesta. Nunca supe qué pasó en esa fiesta o quien habrá ganado. Y respecto a mi examen, jalé. Tiempo después, ahora me doy cuenta que al final no pasó nada, no hubo mayor trascendencia, por ambos sucesos.

Al cabo de un tiempo, un día me buscó un profesor en el anfiteatro durante las prácticas de Anatomía y me dijo que mi coronación oficial sería el día de la Imposición de Mandiles, el siguiente fin de semana. Esa es otra ceremonia simbólica de la Facultad en que cada quien tiene una padrino y en el escenario te colocan un mandil blanco en señal del inicio de tu nueva vida como embrión de médico. Yo había considerado que ya quedó atrás el tema de la coronación, pero sólo dije: "Genial, gracias".

Por cosas politico-psicobiosociales, en mi ciudad se gestó una revuelta en esos días. El presidente de entonces quiso privatizar una serie de empresas en mi ciudad y nosotros, los Arequipeños, somos cualquier cosa menos sumisos. Se armó la de San Quintín y las clases se suspendieron por alrededor de un mes. Entonces chau ceremonia de Mandiles. Estábamos Junio, la mentada ceremonia finalmente se realizó en Octubre. 

Vale decir que el peinado que me hizo el estilista que trajo mi mamá (un mariconcito bien buena gente que era super fashion) ya era un anticipo de que esa noche no iría bien. Me había hecho un moño lindo pero como me puso 1litro de laca, al final pareciera o hubiera sido mejor, que si plemente me ponga una media nylon negra en la cabeza. En serio. 

Finalmente llegamos al auditorio donde sería la ceremonia. Nos instaron a que todos esperemos afuera. Adentro estaban solo las autoridades y los padres de familia. Mientras estábamos ahí, todos se mostraban muy amables y contentos conmigo y me molestaban diciendo "ahí está la Miss, la Miss". Finalmente los organizadores nos dijeron que ya podíamos pasar, en orden de lista y conforme nos llamen, para que nos dirijamos de frente al escenario a recibir el mandil. Como padrino yo elegí a mi abuelito, él se fue bien guapo con pañuelo y sombrero. 

Cuando llegó mi turno de entrar al auditorio, hubo un silencio particular, en eso levanté la vista hacia el escenario. Yo usaba lentes pero ese día por la ocasión, no llevé lentes así que no podía ver bien pero distinguía un brillo en el horizonte. Me fui acercando, cada vez más y en eso lo vi. La vi. Ahí sentada entre las autoridades, con vestido de quinceañera y corona en la cabeza, estaba Betty la fea después de su transformación. Y no es ofensa, me gustaba en serio esa novela. 

Esta era una chica que pasaba como invisible para el resto, la primera vez que me percaté de ella fue porque se autodenominó capitana del equipo de voley y al final se volvió tan pesada que el equipo se disolvió con tal de no tener que escucharla. Alguna vez también me vinieron con el chisme de que ella andaba diciendo que, a su parecer, yo no debería ser la Miss. En serio, era como Betty la fea antes del después. No sé qué tan bonito era su "después", pero ciertamente no tenía acciones tan bonitas. Ahora ya de profesional y consagrada (consagrada porque puedo combinar helado con huevo frito y nadie puede prohibírmelo) me doy cuenta que eran boludeces de chibola de colegio de monjas.

La corona no me importaba, en la película Mean Girls a Lindsay Lohan le daban unos vales de descuento para una pastelería, aquí no te daban nada. Salvo la corona de plástico y vidrios de colores. Ser Miss Cachimbo no te daba puntos extra, no te exoneraba de dar un examen, ni tampoco aseguraba que conseguiría ingreso libre al residentado. Sólo sería la vanalidad de que todo el mundo (mis compañeritos, profesores, familiares y padres de familia que no me verían ni en pelea de perros) aprecie y exalte mi belleza física. Pese a ello, igual me dolió. 

No me dolió por el título, me dolió por la mentira, el engaño. Si un día antes o incluso ahí me hubieran dicho que los organizadores habían decidido poner a otra persona, por mi hubiera estado bien. Me dolió que las cosas sean a mis espaldas, me dolió enterarme de esa forma, me dolió que no haya sido ella quienes todos eligieron, que no haya sido justo.

Una vez que bajé del escenario, me uní al resto de compañeros y todos me miraban  en silencio con la expresión de "pucha, pobre flaca". Me sentí mal y sólo atiné a llorar. 

Han pasado 12 años de ese evento y, ¿Cómo están las cosas ahora? Considero que soy una persona bien considerada por aquellos que me conocen, en general no es que necesite una corona en la cabeza para que la gente se de cuenta que tengo algún atractivo. Acabé mi especialidad, estoy trabajando, tengo un hombre que me ama, pero sobre todo, simplemente la vida siguió. Sé que ella también acabó su especialidad y dentro de todo también está bien. No sé si habrá cambiado como persona o si será feliz. Yo deseo que sí.

El Dragón de La Justicia es particular porque es mi misión cuidarlo, pero sin embargo es en vano perseguirlo. Mi deber es hacer las cosas bien, aceptar mis errores, asumir las consecuencias de mis actos, vivir con mis decisiones y asimismo brindar a los demás aquello que les corresponde. Y justamente lo que a los demás les corresponde es amor, libertad. No es el castigo. En el tema de los crímenes lo justo puede ser que sea el castigo, pero a veces esto no llega en primera instancia. A veces "los malos" se salen con la suya, a la Telefónica le perdonan millones en deudas de impuestos mientras a la bodega de la vuelta la embargan en una. Sí. A los deudos de la narcoviolencia en México, de los terroristas en Perú o de Medio Oriente, nadie les compensa. Miles de animales sufren torturas a diario, muchas personas están siendo desplazadas o están desaparecidas.

Qué hacer? Sentir dolor, clamar justicia? Conforme más queremos coger al Dragón de la Justicia con cadenas, este se nos va. Siento que es bueno y necesario conmoverse ante los hechos dolorosos pero lo mejor que se puede hacer es actuar, ya sea denunciando, yendo a albergues de animales, firmando peticiones, compartiendo noticias, informándonos, siempre se puede hacer algo y hasta lo más mínimo cuenta, no sabes cuánto. Y cuando amerite, buscar la vía legal y seguir hasta donde sea saludable o conveniente.  Actuemos, no sólo deseemos venganza, el mejor disfraz de la Justicia. Así entonces volamos en el lomo del Dragón de la Justicia, entonces nuestros actos son el viento en sus alas y nuestro corazón es su timón.

No tiene sentido actuar en pos de la justicia, sintiendo dolor y deseo de venganza. Muchas veces el Dragón de la Justicia no llegará a nosotros de forma inmediata, muchas veces tendremos que preparar con nuestros actos, un lecho donde pueda anidar la Justicia. A veces incluso es necesario perdonar para que la vida continúe y se rompan las cadenas, a veces lo más justo es perdonar. Actualmente mi padre podría estar en un juicio de herederos, sin embargo él está mejor pagado obteniendo lo suyo con su trabajo y durmiendo tranquilo todas las noches.

Nunca llegué a hacerme amiga de "Miss Betty", no pude hacerlo, era como juntar agua con el aceite. Sin embargo, y Dios sabe que es así, me alegré de verla hace un tiempo como Residente. No merece la horca por lo que sucedió y yo prefiero ser Miss sin corona antes que convertirme en verdugo. Qué hubiera sido si entonces dedicaba mi atención a reclamar lo que me correspondía? Ella  siguió con su vida, yo seguí con la mía. Siento que al final, eso fue lo realmente justo.














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