miércoles, 3 de septiembre de 2014

Dragón #20: El Perdido

A este punto quizás podrían tener la imagen de que soy (o me hago) muy buena. No sé, tendría que morir primero para que recién podamos hacer un balance. 

Cuando pienso en épocas en las que me haya sentido perdida vienen a mi 2 o 3 etapas:

1. Año 1999
2. Año 2006
3. Año 2012

Año 1999
Había terminado con mi primer amor varios meses atrás, sin embargo los celos, el remordimiento y el miedo a estar sola eran tan fuertes que yo quería volver con él. Él, aparentemente, también quería pero tenía otro tipo de dudas y además se encontraba ya a los 15 años lidiando con ciertos problemas de adicción que adquirió poco tiempo después de que terminé con él. 

En medio de esto estaba mi mejor amiga de aquel entonces, ella era 2 años mayor que yo y enamoraba con el hermano mayor de mi primer enamorado, osea habíamos sido concuñadas. Después ninguna de las 2 parejas existía, ella sabía de que yo quería volver con él, ella y él se hicieron bien amigos y ella cínicamente me contaba lo que hacían y cómo la pasaban tan bien. 

Tiempo después llegó un nuevo chico al barrio. Era guapo, skater, de dinero y súper liberal. Me empezó a visitar, de la nada. En palabras de mi mamá sería que "me empezó a pretender" pero no sé si para chicos como él existe ese término o esa etapa. Recuerdo que traía un cassette (Oh con eso me sentí de 159 años) de Molotov y cantaba las lyrics de Puto con tanta fluidez que yo sentía que estaba con El Lobo Feroz en persona. 

Sin embargo y pese a todo, era muy considerado conmigo o al menos me respetaba. Bromeábamos y reíamos y podía ver una brisa de niño en su sonrisa a lo Bob Dylan. Un día mi "mejor amiga" pasó por casa y nos encontró conversando, que será pero desde entonces ella venía cada vez que él estaba conmigo y no se iba. Después de un tiempo ya prácticamente se le lanzaba encima, sacaba cigarros y se ponían a fumar entre ellos. Era de esperar que finalmente se enganche con ella y yo quede como una buena amiga. 

No lo culpo, ley de la oferta y la demanda wins. Y a ella... Bueno. Tiempo después, cuando terminaron, el chico venía con su cassette a mi casa a cantarle otra canción de Molotov. Nunca llegó a haber nada entre nosotros.

Después pasaron unos eventos con mi ex-primer amor que aún no considero sea tiempo de contar; la cosa es que se me cambió el chip y empecé a actuar como mi "mejor amiga". 

Me propuse destruirla, y en pocas palabras, lo logré.

Era yo una versión latina de Cady de Mean Girls, sin embargo aquí no hubo baile de promo ni una maestra Norbury que nos haga entrar en razón o hacer las pases. Pero finalmente después de un tiempo todo volvió a como era antes, antes cuando nadie era amigo de nadie porque no nos conocíamos. Ahora sí nos conocíamos pero no éramos amigos. El chico skater desapareció del radar, supe que cultivaba marihuana cuando acabó el cole y después lo vi una vez usando tanas. Hoy nadie sabe nada de él.

Años después ella falleció en un accidente, nos reunimos otra vez para ir a su funeral. Ya la había perdonado antes pero nunca llegué a decírselo ni a pedirle perdón en persona, confío en que lo habrá sentido cuando se lo pedí ahí. 

Año 2006
Ni loca contaré esto aquí ni ahora. 

Año 2012
Tampoco, pero para los que se aventuran a hipotetizar: No se trata de mi novio, ni mi ex-esposo. 

El Dragón Perdido es aquel que por algún motivo andó divagando por ahí, perdido y sin rumbo. Perdió el norte, se volvió ciego y llevó su vuelo a sitios desconocidos y valles por los que no nació, ni para los que fue hecho; sin embargo eran parte muy importante de su camino, era parte de su destino también transitar por ellos. 

El Dragón vuela perdido, vuela solo; no importa cuánta gente se tope, coma, duerma o ría con él. Siempre va solo y lo único que lo acompaña es un mensaje escrito en la palma de su garra.

Lo cierto es que por más perdido que uno ande (y aunque lo disfrute) de todas formas desea regresar. Y siempre pero siempre vuelve.  Dado que ha perdido la visión, la manera de volver en sí es a través de los demás sentidos:

- Tacto: se suelta una lluvia de algodones y esponjas para que recuerde que aún es sensible a las cosas suaves. Esto le permitirá ponerse en contacto con los temores o cosas inconclusas que lo llevaron a transitar lugares perdidos. 

- Olfato: hornear pasteles todos los días y ponerlos en la ventana, entonces podrá distinguir y seguir el aroma que lo devuelve a casa; es necesario que el Dragón sepa que en casa también saben de su deseo de volver.

- Oído: hablar con el sonido del silencio. El Dragón perdido no entiende palabras, sólo actos o música. Es mejor darle silencio porque primero ha de entender sus pensamientos, después el de los demás.

- Gusto: habrá que ponerle chocolate en la boca cuando se vaya, picante cuando dude y agua fresca cuando vuelva. Porque si lo amamos, hay que darle valor cuando quiera perderse; y el agua es para balancear el dulceamargo de la travesía recorrida. 

- Propiocepción: ha de instalarse una hamaca en la entrada de la casa, para que pueda darse cuenta que también podía flotar sin alzar vuelo, pero el libre de elegir entre hacerlo en casa o volver a perderse.

- Equilibrio: poner un sube y baja también a la vista, donde pueda darse cuenta que quien desciende también puede ascender, dependiendo de cuan dispuesto esté hacerlo. Asimismo que aprenda a modular el nivel donde quiera estar; detrás de toda guerra hay un deseo de paz y es necesario que descubra qué nivel es el ideal.

No me siento mal de haber tenido esas etapas pero sí reconozco que fui muy tonta, alocada o desmedida. Sin embargo siento que de aquellas etapas aprendí mucho, no solo de mi misma o del mundo en general; lo mas importante es que uno aprende sobre las demás personas. Según la dirección e interpretación que se le den a estas vivencias o etapas perdidas, uno puede desarrollar un enorme sentido de empatía y comprensión por el prójimo. Y eso hace que toda esa perdición, valga la pena. 

Una vez que el Dragón Perdido regresa y cruza el dintel de la puerta, recupera la vista al instante y  se da cuenta que al ingresar no hay una casa, no hay paredes ni techo, no es un lugar cerrado sino un amplio camino bordeado de estrellas y flores, inmensamente hermoso. Y entonces entiende que el hogar, su higar, es cualquier lugar donde pueda ampliamente extender sus alas, aún si no fuera a volar. Hogar es aquel lugar donde pueda ser él mismo, ser libre.

Entonces abre su puño y encuentra aquel mensaje escrito en la palma de su garra, su fiel y único compañero. Y éste recita (Hermann Hesse lo resume perfectamente):










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